¿DÓNDE FUE ENTERRADO?
En la abadía de Fontevrault, en la comuna francesa de Anjou, se encontran los restos de Enrique II de Inglaterra, Ricardo I Corazón de León, Raimundo VII de Tolosa y la madre y la abuela de este, Juana Plantagenet y Leonor de Aquitania. No así los de Raimundo VI, a quien el papa negó cristiana sepultura. El misterio sobre dónde se encuentran sigue en el aire, y eso que, en 1997, pareció a punto de resolverse, cuando en el palacio de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, en Toulouse, se localizaron dos sarcófagos. Si bien los análisis no pudieron avalar que nuestro protagonista fuera uno de los sepultados, la hipótesis no era descabellada, ya que, en 1218, cuatro años antes de su muerte, el «hereje» Raimundo VI de Tolosa testó en favor de esa orden, y el 5 de julio del mismo año ingresó en ella, en presencia de varios testigos. De hecho, parece que, en sus últimas voluntades, el conde señaló que deseaba ser enterrado en ese recinto, ya que, por el peso de su excomunión, no podía entrar en ninguna iglesia ni participar de los sacramentos cristianos. Su pueblo, dicen los cronistas, lo veía rezar ante la fachada de la iglesia de la Dorada, donde cayó enfermo el 22 de septiembre de 1222 sin pronunciar una sola palabra. Algunos de estos pormenores los conocemos gracias a la Histoire des comtes de
Tolose, escrita por Guillaume Catel en el siglo XVII (en la imagen). Su autor sostiene que se enteró de las circunstancias de su enterramiento por una investigación realizada a petición de Raimundo VII en 1247.