LOMBRIVES, EL SEGUNDO MONTSEGUR
Napoleon Peyrat fue el primero que habló de tesoro cátaro de Montsegur, tras confundir y mezclar las declaraciones de algunos de los faydits —los caballeros occitanos que luchaban en la clandestinidad tras perder sus posesiones durante la cruzada— ante la Inquisición. Afirmó que consiguieron sacarlo de la montaña la noche antes de la rendición, el 15 de marzo de 1244, y que fue escondido en la cueva de Lombrives, en el valle del Ariège. De hecho, propuso que allí, en aquella enorme gruta, se refugiaron varios centenares de cátaros que formaron «una mezcla de colonia mística y campamento salvaje. Se había organizado un nuevo Montsegur, ya no caballeroso como el otro, ni encaramado a las nubes, sino rústico, por el contrario, y perdido en una cueva de la montaña, una sima perforada por un torrente de agua» (Historia albigense, vol. III, 357).
Y allí, en la quietud de aquella enorme gruta, se mantuvo durante décadas una comunidad cátara clandestina. Hasta que en 1328 fueron descubiertos por los ejércitos del rey francés. Las tropas intentaron adentrarse en las profundidades de la gigantesca cueva, pero fueron aplastados por una tempestad de flechas y rocas que les lanzaron los allí escondidos; así que tapiaron con ladrillos todas las entradas, provocando que los cátaros refugiados terminasen muriendo de hambre… pero con dignidad. Se entregaron a la muerte con honor, a lo cátaro.
Por supuesto, no existe constancia alguna que permita avalar esta historia narrada por Peyrat, lo que no impidió que la romántica trama se reprodujese y, como suele pasar, se engrandeciese.