Muy Historia

ANSALDO, EL HÉROE DE LA AVIACIÓN QUE ACABÓ EXILIADO DURANTE EL FRANQUISMO

- Ara qué?

PEsta breve y enigmática pregunta da título al libro en el que Juan Antonio Ansaldo recorre su periplo vital, poniendo el acento en su protagonis­mo en algunos de los momentos más destacados de las décadas centrales del siglo XX español. Su subtítulo, eso sí, no deja lugar a dudas sobre el posicionam­iento político del militar: De Alfonso XIII a Juan III. Y es que Ansaldo se mostró durante toda su vida como un ferviente monárquico. Nacido en el seno de una ilustre familia guipuzcoan­a en 1901, su pasión por la aviación está presente ya en su primera juventud. Con poco más de 20 años, en 1923, ingresa en la aviación militar. Y ya muy pronto tiene que poner sus habilidade­s en el pilotaje al servicio del ejército español, inmerso en la guerra en Marruecos. Especialme­nte significat­iva es una acción en el año 1924 que lo eleva a la categoría de héroe. En marzo de 1924 realiza una peligrosa incursión para destruir con el lanzamient­o de bombas y la fuerza de las ametrallad­oras un avión de las fuerzas de Abd el Krim que había sido identifica­do. Se encontraba este, a su vez, protegido por un nido de ametrallad­oras que alcanzaron al piloto en su embestida.

Pese a las graves heridas que sufre, continúa atacando las posiciones enemigas hasta que logra aterrizar en Tafersit, ya en las líneas españolas, habiendo perdido gran cantidad de sangre. Tres años después el rey Alfonso XIII y el dictador Miguel Primo de Rivera le hacen entrega de la máxima condecorac­ión militar española por su valentía, la Gran Laureada de San Fernando. Su vínculo con la monarquía se hace, si cabe, más fuerte.

La llegada de la Segunda República le provoca una reacción furibunda contra ella. En el año 1932 tiene una activa participac­ión en el golpe de Estado del general Sanjurjo. Su fracaso no le hace cejar en el intento de derribar un Gobierno que considera antiespaño­l. Un par de años después se une a la Falange, pero pronto disiente de la forma de pensar y actuar de su líder, José Antonio Primo de Rivera, formando parte, incluso, de los movimiento­s que pretenden sustituirl­o al frente de la misma. No tiene dudas tras el levantamie­nto de 1936 y enseguida se une a las fuerzas sublevadas. Su primera misión, trasladar al general Sanjurjo de Portugal a España. En el accidente que cuesta la vida de este, Ansaldo sufre heridas de considerac­ión, lo que no evita que, en un tiempo récord, apenas dos semanas después, vuelva a la primera línea de batalla. Como piloto toma parte en algunas de las batallas más decisivas de la guerra civil, como Brunete o el Jarama.

Terminada la guerra, sus ideas monárquica­s se mantienen, si cabe más firmes aún. Pese a comenzar formando parte destacada del Ejército del Aire, sus continuos desaires al franquismo provocan que tenga que abandonar España. En el exilio publica su libro, con furibundos ataques a la Falange. Y en el exilio fallece, concretame­nte en la localidad francesa de San Juan de Luz, el 20 de abril de 1954.

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