DE DIRECTOR DE LA GUARDIA CIVIL CON LA REPÚBLICA A CONSPIRAR CONTRA ELLA
Pese a que sus ideas eran diametralmente opuestas a lo que preconizaba la Segunda República, Sanjurjo inició su trayectoria en la misma con un puesto de alta importancia: director de la Guardia Civil. Pero su nombramiento original como tal venía de varios años antes, de los tiempos de la dictadura de Miguel Primo de Rivera.
Su participación en las guerras de Marruecos y el apoyo incondicional al golpe de Primo de Rivera lo convirtieron en uno de los militares de confianza del dictador y de Alfonso XIII. En el año 1925 había sido nombrado máximo responsable en Marruecos con el puesto de alto comisionado, un puesto que a partir de 1928 compatibilizará con el de director de la Guardia Civil.
La llegada de la Segunda República no supuso un cambio en su estatus al frente de la Benemérita. Pero pronto comenzó a mostrar disensiones con las decisiones de las nuevas autoridades, que quedaron preclaras con la reforma militar de Azaña. La llama estaba prendida, y el 31 de diciembre de 1931 se produjo un suceso que acabaría haciéndola estallar. Aquel día una muchedumbre asesinaba durante unas violentas protestas a cuatro miembros de la Guardia Civil en la localidad pacense de Castilblanco. A partir de entonces sus manifestaciones contra los gobernantes fueron incesantes, al tiempo que llamaba a un levantamiento para evitar «el desmembramiento de España».
No tardó el Gobierno republicano en sustituirlo en su puesto al mando de la Guardia Civil, nombrándolo jefe del Cuerpo de Carabineros. Sanjurjo vivió aquello como una afrenta personal. Su tiempo de apoyo al Gobierno legítimo había terminado. Pocos meses pasarían para constatarlo. En agosto de 1932 participaba desde Sevilla en un intento de golpe de Estado con escaso éxito, pero que fue el primer aviso del peligro que se cernía contra la Segunda República por la actitud de ciertos sectores militares. La denominación con que fue conocido dejaba bien claro quién había sido el principal instigador del intento de rebelión: la sanjurjada.