ASÍ ERA LA CLASE B
Qué peculiaridades tenía la clase B, a la que pertenecía el submarino B-5? Se lo preguntamos a Marcelino González Fernández, capitán de navío retirado y escritor, quien, bajo estas líneas, nos enumera sus principales características y virtudes.
De acuerdo con lo previsto en la Ley Miranda de 17 de febrero de 1915, a principios de 1920, la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN) inició en los astilleros de Cartagena la construcción de los primeros submarinos que se iban a hacer en España. Eran seis sumergibles que iban a formar la clase B. Procedían del proyecto 105-F Holland de Electric Boat Co. (Estados Unidos), y eran parecidos al Isaac Peral que había sido adquirido en los Estados Unidos y entregado en 1917, pero de mayor tamaño y con muchas mejoras. Estos submarinos fueron designados por sus numerales: B-1 a B-6, y nunca tuvieron otros nombres.
Medían 64,18 m de eslora, 5,6 m de manga, 5,18 m de puntal y 3,55 m de calado cuando estaban en superficie. Desplazaban entre 556 y 563 toneladas en superficie, y entre 716 y 718 toneladas en inmersión. Su cota máxima de inmersión era de unos 60 m, y la cota operativa era de 40 m. Su dotación la formaban de 28 a 34 hombres. Tenían propulsión diésel eléctrica. Contaban con dos motores diésel Nelseco de cuatro tiempos, dos motores eléctricos, una batería de 120 elementos Tudor, y tenían dos hélices. También contaban con dos motores eléctricos de emergencia. Su potencia máxima en superficie era de 700 CV a 300 revoluciones por minuto, y en inmersión era de 210 CV, a los que podían sumar otros 420 CV durante una hora. Alcanzaban los 16 nudos en superficie y 10,5 en inmersión. En superficie, tenían una autonomía de 2600 millas a 16 nudos y de 4900 millas a 10,5 nudos. En inmersión, su autonomía era de 10,5 millas a 10,5 nudos y de 90 millas a 4,5 nudos. Armaban cuatro tubos lanzatorpedos de 450 mm, dos a proa y dos a popa, con seis torpedos de reserva, cuatro a proa y dos a popa, con lo que su carga total de torpedos era de diez. También tenían un cañón Vickers de 76,2 mm y llevaban 200 proyectiles, de los que, normalmente, 120 eran de espoleta de tiempo y 80 de percusión.
Los submarinos de la serie B fueron unos buenos barcos, fiables y con pocas averías. Supusieron un hito para la industria nacional, ya que fueron los primeros barcos de este tipo construidos en España. De ellos destacó la larga inmersión de 72 horas, efectuada por el B-6 en marzo de 1927, un récord que permaneció imbatido durante mucho tiempo.