UN COMPLEJO ENTRAMADO DE INTELIGENCIA
Según cuenta el doctor en historia contemporánea por la UCM Manuel Ros Agudo en El espionaje en España en la guerra civil y en la segunda guerra mundial: una visión general, en la inteligencia obtenida por descifrado de mensajes enemigos, el bando franquista contó con la inestimable colaboración italiana y su estación de radioescucha instalada en Palma de Mallorca, donde se creó también una escuela de formación para operadores de radio y descifradores de nacionalidad española.
Mussolini desplegó en España el CTV Corpo de Truppe Volontarie, con cerca de 35 000 hombres, y tenía en su Estado Mayor su propia Sección de Inteligencia y su Sección de Descifrado bautizada como «D». Se encargaban de filtrar al Cuartel General de Franco en Salamanca todo tipo de mensajes captados a los republicanos y aquellos procedentes del consulado norteamericano o británico en Valencia, Barcelona o Alicante. Asimismo, la Legión Condor germana contaba en su Estado Mayor con la llamada Sección de Inteligencia I/c y tres grupos de escucha; la I/cAO Auslands-Organisation (Organización Exterior), centrada en los mensajes diplomáticos; el Burö Gru, que se ocupaba de la decodificación de mensajes republicanos, y el Gruppe Korn, que estaba especializado en escuchar radios comerciales republicanas y creaba resúmenes para el bando sublevado en forma de boletines. Dichos servicios de Inteligencia enviaban cada pocos días al Cuartel General de Franco informes en el original alemán y en su traducción al español. Se conocían como «informes Sandler I/c», nombre en clave del primer jefe de la Legión Condor, el general Hugo Sperrle.
Además, para preservar la seguridad y la modernidad de las comunicaciones terrestres en el bando sublevado, los italianos proporcionaron un total de 19 emisoras de radio totalmente equipadas, una red de estaciones terrestres que comunicaban Cádiz, Ferrol, Salamanca y Burgos y empleaban una cifra conocida como Norte o San Carlos, además de la máquina Wheatstone para medir las resistencias eléctricas que, sin embargo, había quedado obsoleta al final de la Primera Guerra Mundial.
Siguiendo el trabajo de Ros Agudo, en diciembre de 1936, italianos y alemanes, preocupados por la seguridad de las comunicaciones que mantenían con el bando nacional, crearon un código común para las tres marinas llamado DEI, y los nazis, por su parte, facilitaron al almirante Francisco Moreno dos máquinas Enigma para que las usara desde su buque insignia, el crucero Canarias; y el Cuartel General de Franco en Salamanca adquirió por su parte 10 máquinas Enigma, 4 del modelo A y 6 del más evolucionado modelo K, estando operativas a finales de 1937 una veintena de máquinas de cifrado germanas (que tanta importancia tendrían durante la inminente Segunda Guerra Mundial) entre las fuerzas terrestres nacionales.