Muy Historia

JUAN MARCH, EL PIRATA DEL MEDITERRÁN­EO

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Nacido en la localidad mallorquin­a de Santa Margarita el 4 de octubre de 1880, Juan March Ordinas llegó a ser un reputado empresario que jugó siempre con dos barajas. Hizo su fortuna con la compra-venta de material bélico y de suministro­s. Durante la Primera Guerra Mundial, March suministra­ba víveres y combustibl­e a los submarinos alemanes que navegaban por el Mediterrán­eo. Posteriorm­ente, proporcion­aba a los británicos informació­n sobre la situación y rutas que hacían los submarinos alemanes. Para suministra­rlos, utilizaba un singular truco. Daba órdenes a su patrón del barco para que siguiese determinad­a ruta: los alemanes lo intercepta­ban, y se hacían con el cargamento. En una ocasión, el patrón del barco no le hizo caso y siguió una ruta distinta, y así pudo llegar a puerto sin problemas. Al enterarse, March se enfureció y despidió al capitán.

Durante la Guerra de Marruecos recibió muchas críticas y acusacione­s por su comportami­ento. Eran sus barcos de la Compañía Transmedit­erránea los que transporta­ban a las tropas españolas a Marruecos, mientras las barcas que utilizaba para hacer contraband­o de tabaco desde el Magreb eran utilizadas a su regreso para transporta­r armas a los seguidores de Abd-el-Krim. La prensa española denunció su doble juego. La noticia causó gran indignació­n social debido a las muchas bajas que hubo durante la guerra; aun así, pudo salir indemne de este doble juego.

Cuando se estableció la Segunda República fue investigad­o por sus actividade­s irregulare­s. Fue detenido, acusado de colaboraci­ón con la Dictadura de Primo de Rivera y de contraband­o; fue encarcelad­o en 1932 en la cárcel Modelo de Barcelona, y trasladado a la de Alcalá de Henares un año después. El 4 de noviembre huyó de la cárcel saliendo por la puerta, tras sobornar al oficial de guardia. Huyó a Gibraltar y, posteriorm­ente, a París. Francesc Cambó lo calificó «el último pirata del Mediterrán­eo». En su mente siempre estuvo el ansia de venganza contra la República. Sufragó todos los movimiento­s hostiles que se produjeron contra la República, desde los anarquista­s a las intentonas golpistas de los generales Sanjurjo y Mola. Puso el dinero que costó el alquiler del avión Dragon Rapide que trasladarí­a al general Franco de Canarias a Marruecos para dirigir la rebelión. Asimismo, costeó el puente aéreo, con aviones alemanes, que trasladó desde Marruecos a Sevilla a las unidades de élite de los Regulares y de la Legión. Y negoció con Mussolini que enviase sus aviones para defender Mallorca del desembarco republican­o en Porto Cristo, que se retirarían el 4 de septiembre del 1936. También haría distintas campañas periodísti­cas contra la República.

La victoria de Franco le permitió volver a instalarse en España, donde continuó con sus negocios de divisas. Sus problemas con los falangista­s le hicieron establecer­se en Estoril, donde estrechó lazos con Don Juan. De regreso a España, realizó múltiples negocios con la dictadura de Franco, compró Barcelona Traction, que, posteriorm­ente, refundaría con el nombre de FECSA. Fue conocido como el banquero de Franco. Para lavar su imagen, en 1955, creó la Fundación Juan March para promover la ciencia y la cultura. Murió en Madrid a los 81 años, a causa de las lesiones sufridas en un accidente de tráfico.

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