SIPM, AL SERVICIO DEL GENERALÍSIMO
Tras el estallido de la guerra civil, los servicios de inteligencia españoles se dividieron en dos bandos. Hasta entonces, dichas tareas las realizaba la Sección del Servicio Especial (SSE). Creada en 1932 y adscrita al Estado Mayor Central de la Defensa, su principal cometido consistió en informar sobre el clima político en los acuartelamientos y realizar tareas específicas de contraespionaje. A partir de julio de 1936, cada facción creó sus propias redes. Así pues, mientras los republicanos confiaron su seguridad interior al Servicio de Investigación Militar (SIM), la exterior al Servicio de Información Exterior (SIE) y la infiltración en zona enemiga al Servicio de Información Especial Exterior (SIEP), los rebeldes organizaron su información en torno al Servicio de Información Militar (SIM) y el Servicio de Información del Nordeste de España (SIFNE). No obstante, no sería hasta noviembre de 1937 cuando una orden reservada del general Franco entregó el mando de sus dos servicios secretos al coronel José Ungría. Cuatro meses después, un decreto firmado por el Caudillo los unificó en el Servicio de Información y Policía Militar (SIPM). Esta centralización coordinó el espionaje en territorio nacional, republicano y extranjero, donde el SIFNE desempeñó un importante trabajo. Gracias a ello, el bando sublevado aventajó a sus contrarios en campos como la cartografía, la captación y escuchas de mensajes, la interceptación de documentación, el control de puertos y fronteras y la información sobre evadidos, entre otros.
El SIPM llegó a contar con un ejército de 30 000 efectivos que le permitieron alertar sobre la ofensiva republicana en el Frente del Ebro, la ruta de los convoyes marítimos destinados a los puertos de Valencia y Barcelona, la provocación de desórdenes en la retaguardia enemiga o los contactos establecidos con el coronel Casado para obtener la rendición republicana en Madrid. Finalizada la contienda, el Servicio de Información Policía Militar fue disuelto y sus funciones se trasladaron a la Tercera Sección de Información del Alto Estado Mayor. En 1941, muchos de sus antiguos miembros se integraron en la Brigada de Investigación Social, más conocida como Brigada Político-Social, la policía política secreta franquista, encargada de perseguir y reprimir a todos los movimientos de la oposición al franquismo.
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