EL SUEÑO CARTAGINÉS
Ponte a imaginar y convendrás con nosotros que los Bárcidas protagonizaron un sueño digno de la mejor película de acción y aventuras. Cartago y Roma, dos potencias entonces, luchaban por el control de las rutas comerciales y los territorios estratégicos en el Mediterráneo.
El gran general Amílcar Barca conquistó parte de Hispania para robustecer el poder de Cartago, y su hijo Aníbal, tras su muerte y el asesinato de su cuñado Asdrúbal, asumió la jefatura del ejército. Sus hazañas pronto lo convirtieron en uno de los estrategas militares más legendarios —a la altura de Alejandro Magno, Julio César o Napoleón—. Y es que, nada había más audaz entonces que atreverse a desafiar a Roma (cuenta la leyenda que Amílcar le hizo jurar a su hijo odio eterno a los romanos ante los dioses). El sueño de establecer la hegemonía cartaginesa en el Mediterráneo parecía estar al alcance de sus manos durante la segunda guerra púnica: su travesía desde la península ibérica hasta Italia, cruzando los Alpes con un ejército que incluía elefantes, es una de las más célebres campañas militares de la antigüedad. Esta proeza no solo demostró su habilidad como estratega y su capacidad para liderar en condiciones extremas, sino que también marcó el inicio de una serie de victorias contra Roma, como la batalla de Cannas en 216 a. C., una de las derrotas más devastadoras en la historia militar romana. Pero la suerte se volvió en su contra. La sombra del romano Publio Cornelio Escipión, el Africano, era demasiado alargada y empezó a ocultar el sol del cartaginés. En este número de Muy Historia nos seguimos asombrando con ellos. Disfruta de la lectura.