SICILIA, LA JOYA MEDITERRÁNEA
Durante las guerras sicilianas, el ejército cartaginés y las fuerzas griegas, cuyos colonos se habían asentado en la Magna Grecia, puente entre Europa y África, a partir del siglo VIII a. C., se disputaron la parte del león de esa isla mediterránea, mencionada por vez primera en textos acadios y egipcios.
Si Gelón y Terón derrotaron al ejército de Amílcar Magón en Hímera (480 a. C.), en Selinunte (409 a. C.) miles de civiles fueron masacrados por los cartagineses y, apenas un siglo después, el comandante púnico Amílcar Giscón capturó Agrigento, si bien no pudo impedir el contraataque del tirano de Siracusa, Agatocles, en el norte de África y, en 398 o 397 a. C., el sitio de Motia por las tropas de Dionisio el Viejo. Sicilia, ese oscuro objeto de deseo para Cartago, había entrado en la órbita púnica allá por el siglo VI a. C., más por intereses comerciales que territoriales. Ni siquiera la ostentosa expedición de Amílcar Magón que condujo a la batalla de Hímera se supeditó a un fin político. Así, el historiador Adolfo Domínguez Monedero advierte que, por parte de Cartago, no existió un plan «ancestral» ni «consciente» para conquistar y esclavizar toda Sicilia, pese a que esa visión imperialista es la que ha prevalecido hasta el día de hoy por las fuentes griegas y romanas.
En todo caso, el sometimiento de la isla se produjo, más bien, a partir de su ocupación romana. El historiador bizantino Zonaras —lector de Dion Casio— refiere que, con la salvedad del reino del siracusano Hierón, la isla fue esclavizada por los romanos, y el mismo Apiano menciona los tributos y cargas a que fue sometida la población siciliana por el invasor tras la primera guerra púnica. Las fuentes, no obstante, son confusas. Lo más probable es que, tras la victoria de Roma, Siracusa, la ciudad-Estado más relevante, fundada por Corinto en 734 a. C., conservara su independencia y que Roma «heredara» solo el dominio de la «epikratía» cartaginesa, esto es, el oeste de la isla, por lo que no pocas ciudades siguieron conservando su autonomía.
En 227 a. C., Cayo Flaminio asumió el cargo de primer gobernador de la isla, y, en 210 a. C., el cónsul L. Vario Laevino la dotó de su primera organización provincial.