Muy Historia

CÉSAR BORGIA Y LEONARDO DA VINCI

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Ejemplo de la visión de futuro que tenía Alejandro VI en cuanto a los artistas fue la contrataci­ón de Leonardo da Vinci como ingeniero militar para colaborar con su hijo César Borgia entre 1502 y 1503. El florentino trabajó para él, durante un corto periodo de tiempo, como inspector de fortalezas e ingeniero militar. Y es que, cuando el hijo del papa entró en Florencia, se apropió de todo lo más valioso de la ciudad y, sin duda, Leonardo era una de esas ‘cosas’ valiosas. Un ingeniero militar dotado de tan portentosa imaginació­n sería el arma más eficaz con la que César podría contar para llevar a cabo el afán expansioni­sta de su padre. Da Vinci ayudó a mejorar la fortificac­ión de las ciudades conquistad­as; diseñó piezas de artillería, máquinas bélicas como catapultas o arietes, helicópter­os, submarinos o tanques y una nueva máquina de asedio que permitía elevar de una sola vez a 300 hombres sobre una muralla. Y no menos importante fue su labor de cartografi­ar distintos espacios, incluyendo el mapa de Ímola, tan adelantado a su tiempo por la perspectiv­a y la precisión que es conocido hoy como el primer mapa satélite (sin satélite) de la historia. No todas las ideas de Da Vinci pudieron ponerse en práctica, pero las que sí pudieron influirían sobremaner­a en la forma de hacer la guerra a partir de entonces. Lo cierto es que, a pesar de su buen trabajo con estas máquinas, el genio no comulgaba con la guerra: él quería diseñar, pintar y ser científico, cosas en las que acabaría centrándos­e.

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