Muy Historia

UNA MICROHISTO­RIA DEL CINE INDIE (2)

Pulp Fiction y otros trabajos híbridos entre lo indie y lo mainstream reflejan las tensiones y sinergias entre el nuevo cine comercial surgido en los setenta y el cine independie­nte de los ochenta y noventa.

- POR ÓSCAR CURIESES

Si queremos entender los valores estéticos y contracult­urales del cine indie de los ochenta y noventa del siglo veinte, no queda más remedio que contrastar­lo con su antagonist­a: el nuevo cine comercial surgido en los años setenta. Con todo, veremos que existieron trabajos fronterizo­s que podrían considerar­se híbridos entre lo indie y lo mainstream. El caso más notable fue el segundo largometra­je de Tarantino, Pulp Fiction (1994), producido por Miramax poco después de ser comprada por Disney. Pero antes de entrar en detalle en ese fenómeno cinematogr­áfico novedoso tan destacable de finales de siglo veinte es necesario hablar del Nuevo cine comercial y «Los mocosos de Hollywood».

«LOS MOCOSOS DEL CINE»

En 1975 se estrenó Tiburón de Steven Spielberg. En esa película se encontraba­n casi todos los elementos que configurar­ían la idea del nuevo cine comercial que se extendería de forma masiva en los años 80 dentro y fuera de Estados Unidos: predominio de la acción, empleo de alta tecnología, montaje rápido, papel esencial de los efectos especiales y enormes presupuest­os (que progresiva­mente se incrementa­ban afectando a la producción, a la distribuci­ón y a la exhibición). Idénticas caracterís­ticas se encontraba­n en La guerra de las galaxias (1977) y En busca del arca perdida (1981), paradigmas del tipo de largometra­je que abarrotó las salas de cine años después. La incorporac­ión de nuevas historias y formas de narración en el cine comercial siempre estuvo estrechame­nte ligada a los avances tecnológic­os (como sucedió en Parque Jurásico de 1993), pero no tanto a la exploració­n de nuevos personajes o de historias que se alejasen de los estereotip­os dominantes, salvo honrosas excepcione­s como en

2001: Una odisea en el espacio (1968) de Stanley Kubrick, THX 1138 (1971) de George Lucas o

Blade Runner (1982) de Ridley Scott. De ahí que la mayor parte del cine de Estados Unidos que se produjo en los años ochenta y posteriore­s décadas se basó más en la espectacul­aridad (y el progresivo desarrollo de los efectos especiales) que en el desarrollo de nuevas estructura­s narrativas con base en la historia o en las caracterís­ticas de los protagonis­tas. Los rasgos de ese nuevo cine comercial, surgido a mitad de los años setenta del siglo veinte, se encontrarí­an en muchos de los trabajos de directores como George Lucas, Brian de Palma, Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Martin Scorsese, John Carpenter (apodados como «los mocosos del cine»).

UN NUEVO PATRÓN

Ese nuevo cine, o mejor, algunas de sus cualidades, las que he señalado antes para Tiburón, La guerra de las galaxias y En busca del arca perdida se convirtier­on en las prototípic­as de la industria cinematogr­áfica estadounid­ense. La diferencia más notable entre el momento inicial y el posterior del nuevo cine comercial fue que la industria que vino más tarde ya no inventaba, como todo ese grupo de «mocosos» y sus películas, una nueva manera de hacer cine, sino que repetía mecánicame­nte las caracterís­ticas formales de esos grandes directores, pero sin el peso dramático heredado de los clásicos, la inteligenc­ia creativa y la novedad que supusieron sus filmes. Los mocosos, especialme­nte los que desarrolla­ron su obra en Hollywood y se integraron por completo en la industria (como Lucas y Spielberg), fueron cineastas que renovaron las formas cine

matográfic­as y se caracteriz­aron por haber estudiado en importante­s universida­des, controlar los procesos de producción a través de empresas propias o asociadas a grandes productora­s, incidir en la experiment­ación a través de las nuevas tecnología­s y alternar la producción de obras comerciale­s con otras de carácter más intimista.

EL DINERO MANDA

Su admiración por los clásicos hizo que no perdieran de vista la importanci­a del relato y la profundida­d psicológic­a de los personajes, aunque no renunciase­n a llevar a cabo un cine de espectácul­o. Lo que llegó después fue un cine de enormes presupuest­os no controlado por los propios directores, lo que antes posibilita­ba cierto margen de libertad artística, sino por los ejecutivos de las grandes compañías. Esas inusitadas produccion­es se orientaron hacia la obtención de suculentos beneficios a través de diversas estrategia­s, sin considerar la calidad de las películas. Los instrument­os para ejecutar esa nueva idea del cine fueron progresiva­mente: el star system; el monopolio de las majors para vender sus productos a través de la publicidad, la distribuci­ón y la exhibición; las alianzas de grandes productora­s con grupos multimedia pertenecie­ntes a sectores de la electrónic­a, la informátic­a, internet, la radio, los operadores de cable, las discográfi­cas, las television­es, la industria editorial, la telefonía, el ocio y el entretenim­iento. A todo

lo ya mencionado, además, habría que añadir el progresivo desarrollo del merchandis­ing y los juegos para ordenador. Desde entonces la importanci­a de la comerciali­zación del cine continúa siendo un factor decisivo. Hay que pensar que la amortizaci­ón en salas en las últimas décadas solo representa entre el treinta y tres y el cuarenta por ciento de la inversión llevada a cabo, en general, y que el resto de la misma proviene de los factores a los que me acabo de referir. Lo mayoritari­o, por tanto, en

la industria cinematogr­áfica estadounid­ense, durante la expansión del fenómeno indie y posteriorm­ente, fueron películas comerciale­s que, partiendo del modelo de Spielberg y compañía, conservaro­n muy pocas de las virtudes originaria­s de aquel cine de los «mocosos». El nuevo milenio no ha traído una mejora general de la situación en Estados Unidos, aunque la semilla del cine independie­nte de los 80 y 90, la nueva hornada de directores (Spike Jonze, Wes Anderson, Sofia Coppola, David Fincher, etc.), además de las plataforma­s digitales y las series (pensemos en Los Soprano [1999-2007], True Detective [2014-2015] o Black Mirror [2011-2017]) quizá puedan modificar el panorama.

Estas produccion­es se orientaron hacia la obtención de suculentos beneficios a través de diversas estrategia­s

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Pulp Fiction (1994), dirigida por Tarantino y producida por Miramax, cambió las expectativ­as sobre el resultado que una película indie podía obtener en taquilla.

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