LA BATALLA DEL BOSQUE DE TEUTOBURGO
Aprincipios del siglo I, la extensa frontera con los pueblos bárbaros del norte seguía siendo una fuente constante de problemas para las autoridades de Roma en la región. Las frecuentes incursiones de los germanos en el territorio supuestamente controlado por el Imperio ponían en entredicho la autoridad de la potencia militar más poderosa de la época.
En el año 9, Publio Quintilio Varo ocupaba el puesto de gobernador de Germania Inferior, provincia romana que se extendía desde los actuales Países Bajos hasta el norte de Alemania, teniendo el Rin como límite oriental. Hombre de dudosa capacidad militar, Varo había accedido al puesto por sus contactos familiares con las altas esferas antes que por sus escasos méritos en el campo de batalla. A finales del verano de ese año llegaron a él informes que hablaban de una sublevación de algunos caudillos germanos que supuestamente se habían mostrado vasallos de Roma. Dispuesto a sofocarla a sangre y fuego, Varo se puso en marcha al frente de un ejército compuesto por cerca de veinte mil hombres, entre legionarios y tropas auxiliares, y un número indeterminado de civiles que acompañaban a las tropas en su avance.
Las legiones fueron atacadas por los germanos en el bosque de Teutoburgo, densa masa forestal situada en la Baja Sajonia. Sorprendidos por la emboscada tendida por el enemigo, los legionarios no tuvieron tiempo de desplegarse para llevar a cabo las tácticas que tantas victorias les habían dado en campo abierto y fueron literalmente masacrados. Para evitar caer en manos del enemigo, Varo se suicidó junto con la mayoría de sus oficiales. La matanza a manos germanas duró varios días, hasta la práctica aniquilación del ejército romano. Las noticias de la derrota causaron una profunda conmoción en Roma, que clamó venganza. El emperador Tiberio envió una expedición de castigo que consiguió aplastar la revuelta y recuperar los estandartes mancillados de dos de las tres legiones exterminadas por los bárbaros.