LA PEOR MATANZA INDIA DE LA HISTORIA AMERICANA
El 29 de enero de 1863, cientos de nativos americanos de la tribu shoshone murieron asesinados por las tropas voluntarias del coronel Patrick Connor en el río Oso (Utah), durante una expedición de castigo del Ejército estadounidense en represalia por las continuas incursiones indias de rapiña en las granjas de los colonos que se habían instalado en sus tierras. Los historiadores calculan el número total de víctimas shosones aquel día entre 350 y 500, incluyendo hombres, mujeres y niños.
La Masacre del Río Oso es una de las páginas más negras y menos conocidas de la Conquista del Oeste norteamericano. Se escribió con sangre en la famosa «Ruta de Oregón», en el Valle de Cache, en la confluencia de los recién creados Estados de Idaho y Utah, el 29 de enero de 1863, mientras una sangrienta guerra civil —la Guerra de Secesión— se libraba al otro extremo del país. Quizá por eso pasó casi desapercibida en el resto de una nación que todavía se estaba forjando. Jaleados por los nacientes periódicos, el mito de la frontera y la famosa Doctrina del Destino Manifiesto (1847) —la convicción de que Estados Unidos era el país elegido, destinado a expandirse desde el Atlántico hasta el Pacífico— calaron fuertemente en la opinión pública norteamericana. Cientos de miles de colonos y sus familias —inmigrantes irlandeses, italianos y centroeuropos— fugitivos del hambre, de las guerras y de la miseria, viajaron en oleadas hacia el Oeste a través de las grandes llanuras, mezclados con aventureros y buscadores de fortuna, estableciéndose en las praderas y creando aldeas, ciudades, granjas y ranchos a lo largo de la ruta y en paralelo al ferrocarril, siempre acosados por los nativos que de repente se veían despojados de sus tierras y recursos ancestrales. En 1803, Napoleón vendió el territorio de Luisiana al Gobierno norteamericano por 15 millones de dólares y abrió un horizonte desconocido de prosperidad y progreso. La escasez de suelo, las sucesivas depresiones económicas, y la necesidad de nuevas oportunidades
Los partidarios de la Doctrina del Destino Manifiesto siempre creyeron que la expansión era necesaria
animaron a muchos a emigrar hacia el Oeste. La presencia de los nativos amerindios, sus legítimos propietarios, no inquietó a los pioneros al principio; pensaban que solo eran salvajes inofensivos. Los nuevos pobladores se dirigieron inicialmente con sus carruajes hacia la región de Texas, al sur, y la de Oregón, al norte. Ese segundo camino, la «Ruta de Oregón al Pacífico», había sido trazado casi cien años antes por el español Manuel Lisa, que se casó con la hija de un jefe omaha.
IDEOLOGÍA DE CONQUISTA
La peculiar filosofía del Destino Manifiesto, una anticipación del Lebensraum nazi adelantado en un siglo al Mein Kampf, desembocó no solo en las llamadas Guerras Indias, que duraron más de 150 años, sino también en las guerras contra México (1846) para anexionar sus territorios del norte (Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y Colorado) y contra España (1898), para apoderarse de Puerto Rico e intervenir en Cuba y Filipinas. Los partidarios de aquella ideología de conquista, tan misionera como codiciosa, siempre creyeron que la expansión no solo era buena sino también necesaria: en 1862, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Homestead Act, una ley por la que cualquier ciudadano podía adquirir 70 hectáreas de tierra pública en el Oeste por 10 dólares. Miles de gentes se desplazaron a las praderas para convertirse en granjeros. Conocidos como homesteaders, entre estos primeros nuevos pobladores había un cuarto de millón de viudas y mujeres solteras, así como nuevos emigrantes asiáticos y centroeuropeos. Con esta colonización masiva, la región de las praderas mudó las altas hierbas por cultivos y granjas con animales y, con el tiempo se convirtió en una de las zonas agropecuarias más importantes del mundo. En la década de 1880, el trigo ya era el cultivo más desarrollado de Norteamérica.
CACHE VALLEY
Tras años de escaramuzas y peleas entre los nativos originarios y los colonos pioneros recién llegados, el Ejército de la Unión decidió intervenir para imponer la paz: Cache Valley, originalmente llamado Seuhubeogoi («Valle de los Sauces» en nativo), era el coto de caza tradicional de los shoshones del Noroeste. Allí recolectaban semillas, pescaban y cazaban bisontes, ciervos y alces. Exploradores, tramperos y cazadores de pieles quedaron tan impresionados con la región que recomendaron al Gobernador del Estado, Brigham Young, que considerara el valle montañoso como un lugar para el asentamiento de sus pioneros mormones. En julio de 1847, una delegación de 20 guerreros shoshones se reunió con los colonos para discutir sus reivindicaciones y negociar el reparto y cesión de tierras en el norte de Utah. En 1856, los blancos americanos ya habían establecido sus primeros asentamientos y granjas permanentes en Cache Valley, comenzando en Wellsville y avanzando gradualmente hacia el norte. Brigham Young, el Profeta, mormón él mismo, adoptó una política de coexistencia comercial y pacífica para que los pioneros establecieran relaciones amistosas con las tribus circundantes, «en lugar de luchar contra ellos». Pero los recién llegados esquilmaban los recursos y ocupaban ilegalmente las áreas indias, lo que empujó a los shoshones cada vez más hacia terri
El catalizador final fue un ataque shoshone a un grupo de mineros en la Ruta de Montana
torios de producción marginal de alimentos. Mientras tanto, el primer ferrocarril transcontinental —finalizado cuatro años después de la muerte del presidente Lincoln— lograba unir las dos costas del país. Varios incidentes ocurridos en el verano-otoño de 1862 llevaron a la confrontación final entre el Jefe Cazador de Osos y el Coronel Connor. Los historiadores los pasaron por alto porque ocurrieron cerca del límite mal definido de dos territorios diferentes: Washington y Utah. Los centros administrativos que se ocupaban de ellos estaban a más de 1600 kilómetros de distancia, por lo que resultaba difícil coordinar ambos informes: durante años, los funcionarios creyeron que el área en conflicto era parte del territorio de Utah. Pero no fue hasta hasta 1872 cuando un equipo de topógrafos federales determinó que la comunidad estaba en territorio de Idaho. El catalizador final de la expedición de Connor fue un ataque
shoshone a un grupo de mineros en la Ruta de Montana. Los supervivientes describieron las atrocidades cometidas por los indios sin provocación por parte de los mineros. El juez emitió una orden de arresto contra los jefes soshones y ordenó la intervención militar contra los culpables: «Tengo el honor de informar que, según datos recibidos de diversas fuentes, del campamento de un gran grupo de indios en Bear River, en el territorio de Utah, 140 millas al norte de este punto, que tenían asentamientos en este valle hasta las minas de Beaver Head, al este de las Montañas Rocosas, y estando satisfecho de que eran parte de la misma banda que había estado asesinando a emigrantes en la Ruta del Correo Terrestre durante los últimos quince años, y los principales actores y líderes de las horribles masacres del verano pasado, decidí intervenir, aunque la estación sea desfavorable para una expedición a consecuencia del frío y la nieve profunda, para castigarlos si fuera posible».
CHOQUE INESPERADO
El jefe Cazador de Osos preparó las defensas alrededor de su campamento a lo largo de la orilla oriental de Beaver Creek y el río Oso. Al mismo tiempo, el jefe Sagwitch estaba en Salt Lake City negociando la paz en nombre de los shoshones del Noroeste. Ni siquiera anticipaban un enfrentamiento militar directo con los soldados. Pero las primeras unidades de caballería del 2.º Regimiento de Caballería Voluntaria de California llegaron al lugar de la masacre a las 6:00 a.m., justo cuando amanecía sobre las montañas. Debido a las condiciones climáticas y la nieve profunda, a Connor le llevó tiempo organizar a sus soldados en una línea de batalla. Inicialmente, Connor intentó una carga frontal directa pero pronto se vio abrumado por los disparos de respuesta de los shoshones. Las tropas sufrieron la mayoría de sus bajas directas durante ese primer asalto: 14 muertos y 49 heridos. Finalmente, los hombres de Connor reportaron la muerte de más de 300 guerreros e informaron de la captura de 175 caballos, así como de la destrucción de cabañas, tipis y gran cantidad de trigo. Los colonos declararon que el número de mujeres y niños sobrevivientes fue ínfimo. En su autobiografía de 1911, el inmigrante danés Hans Jasperson afirma haber caminado entre los cuerpos y contó 493 guerreros muertos. La Matanza del Río Oso marcó el final de la influencia de la Nación Shoshone en Cache Valley y sus alrededores. Los shoshones supervivientes construyeron granjas bajo la protección de la Iglesia momona y sus descendientes se integraron en la sociedad convencional. Los que prefirieron no hacerlo viven hoy en paz en las reservas de Fort Hall (Idaho) y Wind River (Wyoming). El Sitio de la Masacre de Río Oso se ubica cerca de la Ruta 9 y fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1990.