La casilla de la ciencia
Apoyar la iniciativa de que la inversión en I+D+I aparezca como opción en nuestra declaración de la renta es un paso atrás.
Hace unos meses, el neurocientífico Francisco J. Hernández hacía una reflexión en su blog inspirado, según él mismo confesó, al escuchar dos noticias diferentes: el anuncio del Gobierno de reducir la asignación para I+D+I en 600 millones de euros y la ya habitual publicación en el BOE de la casilla del IRPF para la Iglesia católica. “Pensé que igual la ciencia también necesita una casilla para compensar parcialmente la caída de su presupuesto”, comentó a los medios de comunicación. Gracias a las redes sociales, la noticia se expandió como la pólvora, y, en el momento de escribir estas líneas, la iniciativa supera las 270.000 firmas. La mía no la encontraréis. La razón es que, para mí, la ciencia no puede considerarse una opción. Debemos decidir si debe ser algo coyuntural o estructural en la política de progreso de un país, y pedir la casilla supone reconocer lo primero. ¿Por qué no incluir también un apartado para salvar los clubes de fútbol en concurso de acreedores? ¿Que cómo puedo hacer semejante analogía? Porque la ciencia española está –casi– en la misma posi- ción que el balompié para sacarnos de la crisis. Me molesta que se la defina una y otra vez como la bala mágica que nos salvará del hoyo donde estamos metidos. Pero no es ella, así en general, quien lo hará, sino la conversión del conocimiento generado en dinero, algo que solo se consigue a través de patentes. Ahí les duele a empresas y centros de investigación españoles. En 2008, España produjo 8.277 peticiones frente a las 135.748 alemanas. ¿Entendemos lo de la locomotora europea? Otro dato: la compañía holandesa Philips presenta más solicitudes al año ante la Oficina Europea de Patentes que toda España. ¿Alguien se extraña de que la UE se haya carcajeado cuando pedimos presentar documentos que acrediten inventos en español? Sumemos a este panorama que en el ranking de las mejores universidades del mundo, la primera de nuestro país ocupa el puesto 182. Así que, antes de protestar, es bueno saber cómo responder a la siguiente pregunta: ¿por qué no voy a recortar la financiación de un sistema que no me produce retornos?