Las empresas privadas se ponen en órbita
Está claro que si hay algo capaz de despertar el interés por el espacio es la simple posibilidad de que cualquiera pueda alcanzarlo. Y eso pasa necesariamente porque las empresas privadas inviertan de forma decidida en ello. De hecho, varias corporaciones ya diseñan y construyen cohetes, cápsulas, hoteles orbitales y puertos espaciales.
Iniciativa anticrisis. Es más, muchos analistas están convencidos de que la demanda de sus servicios podría reactivar en buena medida la economía global. Por el momento, existen al menos dos docenas de firmas que han optado por un plan de negocios basado en el entrenamiento, traslado y alojamiento de futuros turistas orbitales. A ellos se les sumarían científicos, artistas, mineros de asteroides, recogedores de basura espacial y astronautas profesionales no asociados a ningún organismo público. Algunas empresas brillan con luz propia en este nuevo entorno para hacer negocios. Es el caso de Spacex, que por encargo de la NASA podría usar su familia de vehículos Falcon y Dragon para llevar equipos y especialistas a la Estación Espacia Internacional a partir de 2014. Orbital Sciences Corporation, por su parte, cuenta con una dilatada experiencia en la construcción de satélites. Ahora está desarrollando la nave de carga no tripulada Cygnus y el cohete Antares.
Más por menos.
Los más optimistas esperan que estos proyectos promuevan una especie de democratización del espacio, al menos en lo que se refiere a la órbita baja. Esto permitiría acceder a ella a muchos ciudadanos de a pie y a un buen número de científicos escasos de recursos. En el fondo, la idea es, una vez más, impulsar la economía. Y para ello distintos grupos de investigadores estudian cómo llegar a las alturas de la forma más barata y eficaz posible, ya sea a bordo de microsondas o con cañones espaciales, como el que John Hunter describe en la página 26 de este MUY.