Innovación con maña
¿Qué hacen un microbotánico urbano, un experto en bioacústica de cachalotes y una micóloga hablando sobre ciudades inteligentes? Sencillamente, innovar.
En esta época en que tanto se lleva la i minúscula del trinomio I+D+I, pero que tan poco se hace por ella, resulta refrescante descubrir una metodología inspirada en el proceso por el que la naturaleza lleva innovando millones de años: la evolución. El padre de la idea, bautizada como E+D (Exaptación y Diversidad), es empresario aragonés llamado Javier Mateos. En esencia, la metodología abre nuevas soluciones a aplicaciones ya existentes mediante la incorporación de ideas provenientes de múltiples campos. No es una panacea, pero produce un jardín de ideas que permite pasear la I+D por diferentes caminos. Una E+D en funcionamiento es como un chaparrón de pensamientos que surgen con una misma coletilla: “¿Y si…?” La inspiración puede llegar de cualquier lugar, pero exige una mentalidad creativa. Recuerdo la charla de Javier con un joven ingeniero de telecomunicaciones de la empresa que le contrató para hacer la E+D. Javier deseaba saber cómo era él. Este, desmenuzó su brillante currículo y, al terminar, la primera y casi única pregunta que le hizo Javier fue: “Sí, bueno, pero ¿tú qué lees?” LA E+D no es ciencia ficción; reposa en lo que los anglosajones denominan intuición educada. Así, pueden escucharse frases como “Por aquí podemos ir, porque puede salir algo” o “¿Te das cuenta de que esto se podría usar para aquello?”. Hay un ejemplo que para mí define lo que significa tener una mente creativa. Los cachalotes suelen emitir una serie de sonidos, como clics que se repiten con una cierta cadencia y que son característicos de cada animal. El problema es que, al ir en manada, se produce una tremenda cacofonía; de ese sonoro batiburrillo el investigador debe extraer informaciones relevantes, como quién es el líder. En su trabajo de campo, un biólogo de mente estrecha hablaría solo con etólogos y colegas del ramo, pero no contactaría con un antropólogo. Así, no sabría que hay una tribu en Senegal cuyos integrantes tocan en grupo el tambor, cada uno con una cadencia única, dirigidos por uno de ellos. Disponer de esta información sería pura filosofía E+D.