Las jetas de la red social
El éxito de Facebook no se basa en nuestra capacidad para mantener o retomar viejas amistades. Es una herramienta de promoción donde un bonito rostro cuenta mucho.
Si le preguntáramos a cualquier usuario por qué pasa tanto tiempo editando su perfil de Facebook, seguramente nos diría que lo hace para estar en contacto con sus amigos. Suena razonable. Entonces, ¿por qué muchos posan y se retratan como si fueran pin-ups? El artista Paolo Cirio y el crítico Alessandro Ludovico decidieron aprovechar esa aparente contradicción. Cogieron prestados un millón de perfiles de Facebook y los convirtieron en la base de datos de la web de contactos Lovely Faces. Curiosamente, algunos estudios sociológicos indican que los hombres miran mucho más a los ojos a las mujeres que a la inversa. Incluso hasta cuando consumen pornografía, ellos se fijan más en los rostros de las modelos que en las partes, por así decirlo, más llamativas. Eso es porque la faz se erige como la región más promiscua de la anatomía femenina, el lugar donde se concentran las señales de tráfico de nuestra disponibilidad sexual. Si Facebook es el libro donde ofrecemos nuestras jetas, ¿qué dicen estas de nosotros? Esta red social no es el hada madrina que nos reconecta con antiguos compañeros de clase. El éxito de la plataforma depende de nuestra capacidad para generar nuevos contactos. Es un ciclo de autopromoción interminable donde el carisma se mide en followers y el concepto de calidad frente a cantidad es tan casposo como un quiosco en Second Life. Necesitamos más amigos, pero no tenemos tiempo para hacerlos, y, como dejan patentes desde la serie Mad Men a las adolescentes de todo el planeta, solo hay una manera efectiva de recibir atención sin esfuerzo. Eso sí, cierto tipo de autopromoción tiene consecuencias. Cirio y Ludovico efectuaron su golpe limpia y quirúrgicamente con la ayuda de un so ware especial. Después de succionar de los perfiles públicos toda aquella información que consideraban pertinente para la empresa romántica, utilizaron un algoritmo de reconocimiento facial. Así consiguieron agrupar a sus involuntarios concursantes en seis categorías universales: divertido, trepa, tranquilo, cool, falso y creído. Luego dejaron que su pequeño monstruo despertara. Todas las quejas, felicitaciones, peticiones y amenazas de muerte recibidas se pueden leer en la web del proyecto, h p://face-to-facebook. net. Este portal es parte de una trilogía hacktivista denominada The Hacking Monopolism, en la que se hallan otras dos iniciativas artísticas bautizadas como Google Will Eat Itself y Amazon Noir.