El ascensor espacial
Tal y como su nombre indica, se trata de un elevador adosado a un cable largo, anclado en un extremo al suelo terrestre y, en el otro, a un contrapeso orbital. Su objetivo es transportar carga y pasajeros de manera barata y fluida. La idea fue propuesta por primera vez en 1895 por el científico ruso Konstantin Tsiolkovski, quien pensó en una torre gigante unida a un Para que el contrapeso permanezca estacionario con relación a la Tierra, debe situarse a 35.790 kilómetros de altura, un 10 % de la distancia a la Luna. Entonces tardaría en completar una órbita 24 horas, las mismas que precisa nuestro planeta para dar una vuelta completa sobre su eje. El se instalaría en el ecuador, para así aprovechar mejor la fuerza centrífuga terrestre a la hora de mantener tenso el ensamblaje. Y, preferiblemente, cerca del mar para evitar accidentes. Es muy probable que el cable sea de nanotubos de carbono, hebras de moléculas de carbono organizadas en configuraciones hexagonales. Hasta ahora, se han fabricado con una longitud 132 millones de veces mayor que su diámetro. Pero la fibra más larga que existe de ese material a día de hoy no supera los 20 centímetros, muy lejos de los 35.000 kilómetros que se necesitan.
El siguiente reto a superar es la gran diferencia de velocidades entre los dos extremos del cable, causada por el llamado efecto Coriolis: aunque ambos tardan lo mismo en completar una rotación, la punta inferior se mueve más despacio que la de arriba, por lo que la fuerza de arrastre podría desestabilizar todo el sistema. Otro posible obstáculo sería la basura orbital, cada vez más numerosa. El pasado mes de febrero, la compañía japonesa de construcción Obayashi Corporation anunció su plan de tener listo, para 2050, un ascensor galáctico cuyo contrapeso orbitaría a 96.000 km de altura, en un esfuerzo por contrarrestar la fuerza de arrastre. La estación término estaría a 36.000 km y, como el montacargas subiría a una velocidad de 200 km/h, tardaría una semana en llegar a su destino. Al parecer, un laboratorio de Google también está trabajando en ello. Otra idea similar, desarrollada en Gran Bretaña, es la del cable espacial, que solo requiere materiales ya usados ampliamente como el kevlar. En este caso, ambos extremos estarían en la Tierra, de tal modo que el ascensor levitaría gracias a un juego de campos magnéticos. El 25 de agosto, la sede de Microso en Redmond (EE. UU.) acogerá una importante conferencia para abordar el futuro de este atrevido invento.