Agua y comida, que no falten
Retos de la ciencia
Muy En 2050, nuestro planeta puede que acoja una población humana de 9.000 millones. ¿Habrá alimento para todos? Solo si se produce una segunda como señalaban hace poco expertos de la Real Sociedad Británica. Esto implicaría utilizar la biotecnología para crear plantas que toleren la sequía y crezcan en el desierto, cultivos con raíces muy eficaces a la hora de obtener nutrientes del suelo, frutas y verduras que no se estropeen durante el transporte o cereales con propiedades nutritivas mejoradas. En pocos años, la dieta de la humanidad podría sufrir algunos cambios. Por ejemplo, la demanda global de carne vacuna –por otra parte, una forma poco eficiente de obtener proteínas para nuestro organismo– es hoy desorbitada. Encima,
No obstante, de poco servirá garantizar la comida si no hay bebida. Solo un 2,5 % del agua de la Tierra es dulce y, de ella, menos del 1 % se encuentra en estado líquido y accesible. Las reservas subterráneas se están agotando y no se reponen, afirma en la revista
Marc Bierkens, de la Universidad de Utrecht, en Holanda. En cuanto a su potabilidad, a principios de este año se ha descubierto que las semillas del llamado árbol milagro – originario de la India– son capaces de purificarla y eliminar microorganismos causantes de enfermedades, como la invasiva bacteria
Otra opción podría ser el uso generalizado de las bolsas de té nanotecnológicas que han ideado los científicos de la Universidad de Stellenbosch, Sudáfrica, compuestas por un polímero que elimina los contaminantes químicos y por un biocida que aniquila los microbios.
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Esta planta desalinizadora en El Prat de Llobregat (Barcelona) utiliza energía limpia obtenida mediante paneles fotovoltaicos.
Es una de las más punteras del
mundo. También es una salida convertir el agua salada en dulce. “Por ahora, es un proceso caro y conlleva gran gasto energético”, ha declarado Menachem Elimelech, ingeniero de la Universidad de Yale. De momento, utilizar minúsculos nanotubos de carbono en la ósmosis inversa podría reducir los costes. O la desalinización nuclear, que aprovecharía el exceso de calor de las centrales atómicas para evaporar el agua marina y condensarla de forma limpia y potable.
Hoy, ya la mitad del pescado que se come en el mundo procede de la acuicultura