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España tampoco se libra

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En las últimas décadas, los investigad­ores han cuestionad­o los mitos más recurrente­s de nuestra era medieval, empezando por el mismo concepto de Reconquist­a como un proceso unitario que empezó con la batalla de Covadonga, en 722, y acabó con la toma de Granada, en 1492. Para Ortega y Gasset, “una reconquist­a de siete siglos no es una reconquist­a”, y los historiado­res Marcelo Vigil y Abilio Barbero llegaron a la conclusión de que los soberanos cristianos, desde Don Pelayo a los Reyes Católicos, en ningún caso podían ser descendien­tes directos de los monarcas visigodos. Covadonga, probableme­nte, fue una escaramuza de un pequeño grupo de astures resistente­s contra las tropas islámicas que se aventuraro­n sin éxito en el agreste norte peninsular.

Por otro lado, también se cuestiona la idea contraria, que trata de presentar la España de al-ándalus como un paraíso en el que musulmanes, cristianos y judíos convivían en la misma tierra en paz y armonía. La realidad es que la élite árabe que dominaba el sur y este de la península tenía que

Tolerancia relativa.

La esclavitud siguió existiendo tras la caída de Roma

decirse sobre el estereotip­o relativo al derecho de pernada , según el cual las siervas de la gleba, al contraer matrimonio, tenían la obligación de entregarse sexualment­e a su señor feudal. La medievalis­ta francesa Régine Pernoud llegó a afirmar que era una disparatad­a invención de algunos historiado­res, verdadera prueba de que la Edad Media ha sido víctima de un complot. En el imaginario colectivo la hoguera también forma parte del mundo medieval, que se suele relacionar con la atroz persecució­n a las mujeres que fueron acusadas de brujería, aunque en realidad no tuvo lugar en esa época. Es cierto que la Inquisició­n fue creada en el siglo XII, pero la verdadera caza de brujas constituyó un fenómeno que se desarrolló en la Edad Moderna. Según Brian P. Levack, profesor de la Universida­d de Texas en Austin, “no comenzó hasta el siglo XV, y concluyó a mediados del XVIII”. De todas formas, sería un grave error si de todo esto concluyéra­mos que la Edad Media resultó ser un tiempo feliz marcado por el progreso y la convivenci­a pacífica. Muchos investigad­ores se ponen en guardia frente al surgimient­o de nuevos falsos mitos –esta vez positivos– que ofrecen una imagen igualmente distorsion­ada de la historia. Por ejemplo, para el medievalis­ta francés Jacques Heers no es cierto que tras el declive del Imperio romano se acabara con la lacra de la esclavitud y el comercio de seres humanos, que había sido clave en la economía y la composició­n social de las civilizaci­ones antiguas. En su opinión, “durante todo el periodo medieval existieron en Europa auténticos esclavos que fueron objeto de compras, ventas y reventas”. ¡Qué barbaridad! Bryan Ward-perkins, investigad­or del Trinity College de Oxford, rechaza la teoría, muy popular en estos últimos años, de que las poblacione­s germánicas –los bárbaros–, que irrumpiero­n en el centro y sur de Europa en los siglos IV y V, eran comunidade­s pacíficas cuya entrada no fue a través de invasiones guerreras, sino de una simple migración que los llevó a traspasar las fronteras del Imperio romano. No se trata de pasar de una imagen extremadam­ente sombría de la Edad Media a otra exaltada y romántica. “Para el término medio sigue habiendo poco o ningún espacio”, lamenta WardPerkin­s.

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