Analfacientíficos
Somos analfabetos científicos. Leo el I Estudio Internacional sobre la Comprensión de la Ciencia que acaba de publicar la Fundación BBVA y no doy crédito: casi la mitad de mis compatriotas (el 46%) es incapaz de recordar ni siquiera el nombre de un científico relevante, vivo o muerto, y sólo un 4,8% menciona a Santiago Ramón y Cajal. Resulta que, de boquilla, los españoles nos manifestamos interesadísimos por los temas científicos, a un nivel muy europeo; pero nuestros conocimientos reales son los más bajos de Europa: de hecho, estamos en el pelotón de cola, junto a polacos e italianos y en el otro extremo de los pitagorines daneses (¡sorprendentemente, un 21,8% de los holandeses todavía piensa que el Sol se mueve alrededor de la Tierra!). La única buena noticia es que nuestros jóvenes (en la franja de edad de los 25 a los 34 años) recortan distancias, rápidamente, con sus coetáneos continentales. Los canales de información científica analizados son la televisión, los periódicos, la radio e internet. Tal vez si el estudio hubiera prestado un poco más de atención a las revistas de divulgación científica se explicaría ese 31,6% de encuestados nacionales que, al menos, han podido citar a Albert Einstein (portada de MUY INTERESANTE en más de una veintena de ocasiones) y, quizás también, ese 51,6% de hispanos que sabe con certeza que dinosaurios y humanos jamás coincidieron sobre el mismo suelo. Finalmente, suspendemos también en asistencia a museos científicos, cuyo índice en nuestro país (20,5%) se halla muy por debajo de la media europea (25,1%) y norteamericana (31,8%). Por suerte, desde ahora tenemos una magnífica oportunidad para subsanarlo visitando el nuevo Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT), cuya sede acaba de inaugurarse en La Coruña (ver página 108).