El nuevo guardián del mar
El hijo mayor del oceanógrafo Jacques Cousteau prosigue la tarea iniciada por el mítico comandante: salvar los océanos y sus riquezas de la destrucción y pasar el mensaje a las generaciones futuras.
¡E
s mi hija!” , anuncia alegre Jean-michel Cousteau –JMC– mientras coge el móvil. Estamos en una suite del Hotel Intercontinental de Miami, con amplios ventanales a la bahía Vizcaína y el puerto donde atracan tres enormes cruceros. Delgado, con la cabellera y la barba blancas, JMC es a sus 73 años la perfecta estampa del patriarca de la primera familia de los mares. Una imagen adecuada para la ocasión. “¿Ya llegaste, chérie? Bajo a ayudarte. Y no acabéis con el ron, que vuelvo enseguida”, añade con un guiño a los presentes. “Es que Céline está... ya sabéis, a punto de… ¡esla cuarta generación!”, dice riendo, mientras exagera una imaginaria tripa de embarazada. Su acento en inglés es menos marcadamente afrancesado que el de su padre, el legendario comandante JacquesYves Cousteau –JYC–, fallecido en 1997, pero el tono familiar es inconfundible.
Primicia mundial. Estamos en la conferencia anual de la Sociedad de Periodistas Ambientales , con
1 asistencia de parte de la prensa internacional especializada y de funcionarios del Gobierno estadounidense del área de Medio Ambiente. Es un momento histórico para los Cousteau, porque será la prime-
ra vez que aparezca en público la familia al completo fruto del matrimonio entre JYC y Simone Melchior: Jean-Michel, sus hijos Fabien y Céline, y sus sobrinos, Alexandra y Philippe, hijos de su fallecido hermano Philippe. JMC ha decidido que es el momento de pasarle oficialmente la antorcha del trono náutico a la tercera generación de la saga, mostrando su apoyo a diversas causas y organizaciones ecologistas y quizá queriendo zanjar pasados malentendidos familiares. Aunque menos conocidos que su padre o su mítico abuelo, los cuatro primos han asumido el legado de JYC, convirtiéndose cada uno a su manera en un
nouveau Cousteau.
Luces y sombras. No es fácil crecer a la sombra del icónico, controvertido e idealizado comandante del Calypso, cuya formidable personalidad impregnaba todo el ecosistema familiar. Su primogénito se ha pasado la vida buscando su propia identidad, primero como arquitecto y después como ambientalista, educador, productor de cine y explorador de los océanos. En su libro My Father, the Captain: My
Life with Jacques Cousteau , JMC
2 revela con sinceridad los vaivenes de su vida. Describe una infancia feliz marcada por los veraneos a bordo del Calypso y asume el privilegio que supuso para él disponer de su propio equipo de buceo, lo que le permitió descubrir el mundo submarino antes que cualquier niño de su generación: con solo siete años ya hizo su primera inmersión. El autor pone en un pedestal a su fallecida madre Simone, conocida como la Bergére –la Pastora–, que tenía a su cuidado a toda la tripulación del Calypso, única mujer a bordo y, cómo no, buceadora. A la vez enfatiza su desilusión a causa de la infidelidad de su padre, quien durante muchos años mantuvo una segunda familia en secreto. A la muerte de JYC, Simone y sus hijos entablaron una complicada batalla legal con la otra viuda, Francine Triplet, cuarenta años más joven que el comandante, por el uso del apellido Cousteau. “Mi padre tenía múltiples personalidades y cambios de estados de ánimo, pero eso es común a todos los grandes hombres. Conocemos la máscara pública, pero es la cara privada la que revela el verdadero carácter, el del ser humano que emerge cuando las cámaras no están filmando”, escribe JMC. No obstante, el hilo conductor de este íntimo relato es la profunda admiración que el hijo sintió desde niño por el genio de JYC y su legado como conservacionista, poeta e inventor, que permitió al público acceder a las profundidades marinas. Aunque al principio el conservacion ismo no estaba en el radar del comandante, el rápido deterioro de los océanos del que fue testigo en directo le impactó profundamente. Cousteau dio la voz de alarma sobre las amenazas que sufría el planeta treinta años antes de que nadie quisiera escucharlo. “Fue el primer ambientalista”, según el magnate de la televisión Ted Turner, que patrocinó una de sus expediciones al Amazonas en 1982. “Mi padre no era perfecto. Tenía sus fallos y tuvimos desacuerdos, pero eso no le quita valor como símbo- lo, y es el símbolo lo que perdura”, escribe JMC. “Este recuerdo lo llevo conmigo hasta el día de hoy: mi padre, mi amigo, mi capitán, mi socio, mi jefe, de pie en el puente del Alcyone. Era un hombre impaciente, que podía ser tan obstinado como apasionado y generoso, todo en exceso. Y estaba allí, en el ocaso de su vida, lanzándome un honor y un reto: `Tú, Jean-Michel, llevarás la llama de mi fe', me dijo. Sí, me toca a mí, pero también nos toca a todos continuar la tarea de este hombre brillante, difícil, complicado y carismático”.
Proteger y educar. La organización con sede en Santa Bárbara (California) Ocean Futures Society –OFS–, creada en 1999, fue la respuesta de JMC al desafío que le planteó su padre a bordo del Alcyone y que, advierte, no tiene nada que ver con la Sociedad Cousteau, que cuenta con 50.000 miembros y que desde 1997 está a cargo de su madrastra Francine. “Mi padre acuñó la frase `la gente protege lo que ama', y yo la completé con el lema de Ocean Futures: Si proteges los océanos, te proteges a ti mismo”, dice Jean-Michel pasando la mirada sobre los edificios de Miami y los barcos de la bahía. “En Ocean Futures hacemos tres tareas principales. En primer lugar, producimos documentales destinados a millones de personas. Por otro lado, formamos a la gente de manera más directa a través de los
embajadores del medio ambiente, un programa educativo e interactivo al aire libre que se realiza en enclaves de varios países, en hoteles y barcos, donde se aprenden
“Convencimos a Bush para que declarara parque nacional el entorno marino de Hawái”
desde principios básicos de ecología hasta conceptos avanzados de sostenibilidad. También hay otros programas como Arrecife Sostenible y Amazonas Sostenible, patrocinados por donaciones privadas, que usamos para producir materiales educativos para los niños de los distintos países y enseñarles el ecosistema en el que viven, su conexión con la selva o el océano... La tercera labor de OFS es diplomática: conectar con la gente que toma decisiones –gobiernos, empresarios– para convencerles de que la suya es una misión a corto plazo –lo que duren en el cargo– y que la nuestra, como ambientalistas, se desarrolla a largo plazo, y que hay que tender un puente entre ambas”, explica JMC. Y añade: “Por ejemplo, en 2006, mostramos al presidente Bush un documental que habíamos filmado en Hawái; se conmovió tanto que declaró parque nacional una gran área submarina de 2.000 km de longitud, mayor que la Gran Barrera de Arrecifes de Australia. Para mí fue la prueba de que, incluso quienes no tienen fama precisamente de ecologistas, si reciben la información correcta, pueden tomar las decisiones apropiadas”.
Cumpleaños especial. El viejo Cousteau estaría contento. Después de todo, él fue quien convenció a la Unesco para que adoptara en 1994 su Declaración de los Derechos de las Generaciones Futuras y se considerara la Antártida como continente protegido, gracias al Protocolo de Madrid (1992). Los logros ambientalistas y tecnológicos de JYC están ilustrados no solo en el libro de su hijo, sino en el documental complementario My Father,
the Captain . El comandante ha
3 bría cumplido cien años el 11 de junio de 2010, y en la película se recoge la emotiva inmersión llevada a cabo ese día frente a la costa de Bandol, a 45 km de Marsella. Muy cerca de allí está la casa de los Cousteau en Sanarysur-Mer, población de la región de Provenza-Alpes-Costa Azul donde el Gobierno francés puso una placa para conmemorar el nacimiento del buceo moderno, en 1943. En el homenaje submarino, Jean-Michel, sus hijos y algunos miembros de la tripulación original del Calypso, incluido el antiguo jefe de buzos y brazo derecho de JYC, el legendario Albert Bébert Falco, descienden al mar donde todo comenzó. El filme muestra a JMC en el ático de la casa paterna visionando rollos inéditos de película que revelan imágenes de los primeros experimentos en 1943 con el aqua-lung, como se llamó a la escafandra autónoma coinventada por el comandante Cousteau y el ingeniero Émile Gagnan. Su componente esencial es el regulador, mecanismo que despresuriza el gas respirable de la reserva y lo suministra automáticamente al buceador a la presión atmosférica, sea cual sea la profun- didad a la que se encuentre. Era un avance esencial porque permitía respirar bajo el agua con la misma calidad que al nivel del mar. En otras imágenes aparece el Conshelf III, un batiscafo diseñado por el equipo del comandante Cousteau en el que seis buzos, entre ellos su hijo Philippe, pasaron tres semanas a 100 m de profundidad para llevar a cabo diversos experimentos. La película resultante, Le Monde
Sans Soleil , que ganó un Óscar al
4 mejor documental en 1964, fue un precedente de los actuales reality
shows, pues mostraba el comportamiento y los cambios psicológicos de los personajes involucrados en condiciones de encierro.
Al agua, patos. “Buena parte de las tomas inéditas que había en el ático eran de nuestras primeras inmersiones”, dice Jean-Michel. “Cuando, a mis siete años, mi padre me puso el tanque a la espalda y me empujó al agua, entré en un mar de infinita maravilla. Yo atesoraba en la memoria esos momentos no solo por el buceo, sino porque era la ocasión de estar con JYC, a quien veíamos poco por su trabajo como oficial de la Marina francesa –el comandante participó en operaciones secretas para los aliados–. Philippe y yo éramos como pececillos. Mis padres eran los peces grandes y pronto nuestra transformación fue total. Éramos niños del mar”. Alto, fuerte y bien parecido, Phili-