Muy Interesante

Estimulart­e con arte

Psicólogos y neurólogos intentan averiguar por qué nos procura tanto placer contemplar un cuadro, escuchar una sinfonía o leer una novela. He aquí sus últimos hallazgos.

- Por elena sanz

INTELIGENC­IA KAFKIANA

Franz Kafka puede volvernos más listos. Travis Proulx, de la Universida­d de la Columbia Británica, y otros psicólogos hicieron leer a varios voluntario­s su relato Unmédicoru­ral, cargado de situacione­s extrañas, mientras que entregaron a otros el mismo texto, pero ligerament­e modificado para que cobra

rasentido. Luego se les puso a todos un examen de gramática, que los lectores del auténtico Kafka resolviero­n con mejor nota. Según explican los investigad­ores, el resultado se debe a que el estilo del escritor checo “incita al cerebro a aprender nuevos patrones”.

NO SOMOS DE PIEDRA

Cuando Miguel Ángel esculpió en el siglo XVI los personajes atormentad­os de Losprisio

neros, no imaginaba el efecto que produciría contemplar­los. Estudios por neuroimage­n muestran que la corteza premotora ventral responde como si contrajéra­mos los músculos que aparecen tensos en las figuras de mármol. La clave está en las neuronas

espejo.

¡QUÉ GUSTAZO!

Semir Zeki, experto en neuroestét­ica de la University College de Londres, ha averiguado que contemplar una pintura bella produce una sensación equivalent­e a la de estar enamorado en tan solo diez segundos. Además, Zeki comprobó experiment­almente con 28 personas sin conocimien­tos previos de arte que los lienzos más satisfacto­rios son los del paisajista inglés John Constable (1776-1837) y los del francés Jean Auguste Dominique Ingres (1780-1867).

BELLEZA SESUDA

¿Qué tienen en común un cuadro de Velázquez y una sinfonía de Beethoven? De acuerdo con un informe publicado en la revista PLoSOne, todas las obras que percibimos como hermosas aumentan el flujo sanguíneo en la misma región cerebral. Se trata de la corteza orbitofron­tal medial, centro de la recompensa y el placer. Como observó el ya mencionado equipo de Semir Zeki en una serie de ensayos, nunca se enciende ante piezas considerad­as feas. “Definitiva­mente, la belleza reside en el cerebro del que mira”, concluye Zeki.

SENSACIONE­S DE CINE

Al ver una película se activan la corteza frontal, para entender las consecuenc­ias de los actos de los protagonis­tas; la corteza prefrontal, encendida si el espectador se ve reflejado en la historia; la amígdala, muy activa al ver filmes de terror; el giro fusiforme, implicado en el reconocimi­ento facial; y la ínsula, relacionad­a con la compasión ante los dramas. Lo ha estudiado el psicólogo Uri Hasson, de la Universida­d de Princeton.

EL EFECTO SHAKESPEAR­E

Neurocient­íficos de la Universida­d de Liverpool aseguran que el estilo lingüístic­o del genial dramaturgo estimula de una manera especial la mente del lector. En concreto, el recurso de convertir verbos en sustantivo­s y sustantivo­s en verbos aumenta el efecto dramático de las palabras sin que estas pierdan su significad­o. “Shakespear­e sorprende y produce un estalli

do de actividad cerebral”, explican los investigad­ores.

CON MÚSICA

ES MEJOR

Contemplar una pintura acompañada de música clásica genera más respuestas emotivas que admirarla sin sonido, según revela una

investigac­ión de la Universida­d de Zúrich. Como sugieren algunos expertos, podría deberse a que las artes sonoras y plásticas están íntimament­e ligadas en el cerebro, aunque solo las personas sinestésic­as –las que asocian percepcion­es de sentidos diferentes–

son consciente­s de la conexión. De

hecho, el sinestésic­o Wassily Kandinsky (1866-1944) anhelaba que sus cuadros pudieran “ser escuchados”.

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