Nuevas estrategias para superarla
Cada paciente deprimido es un mundo. Eso explica por qué menos del 50 % de los afectados dan con la terapia apropiada en el primer intento, según Helen Mayberg, de la Emory University School of Medicine, en EE. UU., que propone usar imágenes del cerebro obtenidas por tomografía de emisión de positrones (PET) para elegir con más precisión el tratamiento.
Para desarrollar nuevos fármacos que releven al Prozac o el Celexa hay que descifrar las claves neurobioquímicas de la depresión, según el psiquiatra de la Universidad de Granada Francisco Torres. Fruto de este esfuerzo es, por ejemplo, el compuesto P7C3, que en los primeros ensayos de laboratorio ha logrado activar el proceso de neurogénesis de la grelina u hormona del hambre, que funciona como un antidepresivo natural. Además, la revista Neuropsychopharmacology anunciaba hace poco la creación de un espray nasal que inocula en el cerebro un péptido con efectos positivos sobre el estado de ánimo. Y otra solución a la depresión crónica podría venir de la bacteria probiótica Bifidobacterium infantis, según ha probado Timothy Dinan, de la Universidad de Cork, en Irlanda.
NO SOLO PÍLDORAS. Más allá de la farmacología, en Dinamarca han desarrollado un casco que envía suaves impulsos electromagnéticos a los tejidos del cerebro y que, en los ensayos, ha hecho desaparecer los síntomas en dos de cada tres pacientes que lo probaron. La clave, dicen los investigadores, es que el nuevo dispositivo ataca a ciertas células de la sangre que no funcionan bien en la región cerebral.
Por su parte, la estimulación magnética transcraneal (EMT) induce de manera segura y no invasiva una corriente en el cerebro que modula la actividad de las neuronas y ayuda a com- batir la depresión. Su uso está aprobado en Estados Unidos desde 2006. Lo que aún no queda del todo claro de esta técnica es qué región del cerebro se debe estimular para recuperar la salud mental, ya que mientras unos científicos apuntan hacia la corteza prefrontal, clave en la toma de decisiones y las emociones, otros defienden la estimulación del núcleo accumbens, centro de la recompensa y la motivación.
Recientemente se está empezando a aplicar en casos graves y crónicos la estimulación cerebral profunda (DBS, por sus siglas en inglés), una técnica por la que se implantan dos electrodos en el cerebro y que se emplea desde hace años para tratar el párkinson. Según Daamian Denys, investigador de la Universidad de Ámsterdam, elimina los síntomas de la depresión o el trastorno obsesivo–compulsivo en cuestión de minutos o días.