¡Atención, que vienen curvas!
Las teles planas ganan pulgadas y resolución, pero la novedad de este año es que también se curvan en busca de una experiencia aún más inmersiva.
Hace quince años, la tele adelgazó hasta pegarse a la pared como un cuadro. En 2014, las más punteras han ido más allá: buscan sumergirnos en su imagen y multiplicar, gracias a la curvatura de su pantalla, la experiencia envolvente cuando vemos una película, un partido de fútbol o cualquier otro programa.
Elegir bien el centro neurálgico del salón no es asunto baladí. De media, los españoles pasamos cuatro horas y veintitrés minutos diarios delante de la caja
tonta. Por otra parte, cuando metemos un televisor en casa, buscamos revivir la experiencia que nos ofrecen las salas de cine. Por eso, cada vez los compramos más grandes. Con los antiguos trastos de tubo, estábamos limitados a las 32 pulgadas por culpa del precio, la tecnología y el espacio disponible. Actualmente, con las grandes pantallas de cristal líquido
–LCD y TFT–, instalamos, de media, equipos de 46 pulgadas, y creciendo. También ha cambiado la forma de ver contenidos. Antes, la única opción
avanzada era pulsar el mando para pasar de un canal a otro.
Las listas, de moda. Hoy, las smart TV, conectadas a internet, nos ofrecen programas a la carta. Incluso algunas estudian nuestros hábitos, y cada vez que se encienden, nos recomiendan los espacios que nos gustan. Y estas teles listas están dejando de ser una rareza: el último informe del Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información (ONTSI) estima que casi dos millones de hogares españoles tienen ya su smart TV.
Otro avance que llegó tímidamente el año pasado es la ultra alta definición (UHD o 4K), tecnología que multiplica por cuatro la resolución Full HD. Ahora, todos los televisores de gama alta y medio-alta ya lo incorporan, y, además, se multiplican los contenidos 4K.