Espíritu de superación
Latorre, al igual que Mazda, lleva toda la vida superando retos con pasión y perseverancia. Ahora nos explica la filosofía vital que le ha llevado a vivir aventuras desde el Himalaya hasta la Antártida.
Para Ferrán Latorre (Barcelona, 1970) cada expedición es una aventura. Este catalán lleva en la sangre el instinto, la pasión y la constancia de los grandes exploradores del pasado. Y, como ellos, confía en sus conocimientos, adquiridos durante años de experiencia, y en su perseverancia para culminar su gran proyecto, el CAT 14x8.000: coronar las catorce cumbres más altas del planeta sin ayuda de oxígeno artificial. De momento, ha alcanzado la cima de doce; aún le restan el Everest y el Nanga Parbat.
–¿Cómo empezó todo? ¿Hay un momento de partida o simplemente vives una especie de inicio continuado en cada uno de tus proyectos?
–Siempre hay un comienzo para todo. En mi caso, fue mi primer 3.000; también el amor por la naturaleza que mis padres se encargaron de inculcarme, una excursión con la escuela... Todo ello suscitó en mí una gran pasión por el alpinismo, acrecentada con el paso de los años y por innumerables experiencias.
–Creatividad para superar los desafíos, por complejos que sean, y jamás rendirse. ¿Así definirías tus principios?
–Permíteme que cambie principios por impulsos. Aplicar el razonamiento lógico en mi negocio no es muy recomendable. Esos impulsos vitales sirven de justificación para la mente y el cuerpo; son capaces de generar la voluntad necesaria para conquistar una cumbre. Eso sí, el reto deportivo está dominado por el velocímetro de la humildad, que te recuerda en cada momento tus limitaciones y el control que es preciso mantener para que la pasión no nuble la razón.
–Hay que ser diferentes y vivir fuera de los convencionalismos. ¿Te sientes identificado?
–Sin lugar a dudas, el alpinismo es una actividad poco convencional. No obstante, el ser humano, desde sus orígenes, ha querido buscar fuera de los caminos ordinarios y saber qué existe más allá del horizonte. El alpinismo suma sentimientos y pasión a los conocimientos y la técnica. Estos últimos aspectos, por sí solos, no bastan.
–¿Existe una lucha interna en tu mente cuando interpones la magia al sentido común en tus retos?
–Hoy en día somos esclavos de la tecnología y olvidamos la magia. Dicho ello, me considero una persona muy racional y un gran apasionado de la ciencia. No obstante, luego está, por así decirlo, la montaña y tú. Al final, cuando hay que tomar las decisiones que te hacen llegar a la cumbre, se trata de decisiones humanas. En mi caso, a ojos de los demás, seguramente no son las más acertadas. Curiosamente, en esos casos es cuando me ha ido mejor. Lo que realmente deseas es lo que te ha permitido llegar hasta ese punto y, en los momentos más difíciles, no lo puedes olvidar.
–Cuando se alcanza la meta, ¿se trata de un logro en solitario o en equipo?
–Evidentemente, en mi caso cualquier logro es una conjugación de diversas fuerzas. Una cosa es el aspecto deportivo, pero alcanzar la cumbre es un proyecto global donde aparece la comunicación, la tecnología, los patrocinios… Hoy en día, incluso las ascensiones exclusivamente deportivas, que antaño realizaba en solitario, las llevo a cabo acompañado.
–¿Piensas que tu gran triunfo ha pasado, está por llegar o simplemente se encuentra en el camino a cada cima?
–Llevo casi cuarenta años dedicados a la montaña. A nivel interior me han regalado muchos triunfos. Pero solo han sido peldaños de una escalera que sigo subiendo buscando el definitivo, y no sé cuándo llegará. Las ganas de mejorar me han llevado siempre a situar mi último logro un peldaño más abajo, pero, al final, la vida es finita. Sin dejar de ver mi carrera de forma global, quizá y solo quizá, la consecución del CAT 14x8.000 podría poner un punto y aparte en esta historia y, de paso, a otros retos.
–¿Cómo crees que ha afectado a tus últimos proyectos la incorporación de las nuevas tecnologías?
–Ha habido dos grandes revoluciones en el mundo del alpinismo. La primera tuvo lugar a finales de los 70, con la aparición de nuevos materiales técnicos de escalada, lo que permitió realizar ascensos que hasta entonces eran inimaginables. La segunda, que esta- mos viviendo hoy, llegó con la incorporación de las comunicaciones a este deporte, y en concreto con internet. Hasta que ocurrió, eran los medios los que decidían si algo era o no interesante. Hoy existe una línea directa entre quien realiza una actividad y las personas que se sienten atraídas por ella. Esto ha contribuido a popularizar extraordinariamente el alpinismo. A propósito de avances, me gustaría recordar la experiencia que he vivido recientemente con el Mazda CX-5. Suelo conducir un automóvil ajeno por completo a los sistemas de seguridad preventiva que este incluye –tecnologías que anticipan la reacción del vehículo a un posible accidente–, así que comprobar lo bien que funcionan y cómo contribuyen a salvar vidas ha sido simplemente increíble.