¿Mejor solo o acompañado?
El con quién es uno de los aspectos principales del asueto estival. Todas las formas de compañía, o incluso a solas, pueden ser satisfactorias si se tienen en cuenta algunas premisas básicas.
En un viaje, la compañía puede ser la guinda del pastel o la peor de las pesadillas. Por eso cabe plantearse ir de vacaciones solo, en pareja, con amigos o en familia. Todas estas posibilidades tienen una característica en común: ninguna ofrece garantía total de éxito. Veamos las ventajas e inconvenientes de cada una.
1. LAS VACACI0NES EN FORMATO SINGLE
Viajar solo es una de esas experiencias de la vida que la gente suele odiar o adorar. Parece que no hay término medio. Las vacaciones single son una opción de la que la mayoría huye, muchos se avergüenzan y de la que algunos presumen, pero en sí no son ni buenas ni malas. Para Eva Hidalgo, psicóloga del gabinete This is Coaching, en Barcelona, “según interpretemos la situación, la recordaremos como un mal sueño o como las mejores vacaciones en mucho tiempo”. ¿Qué hacer para que resulten satisfactorias?
Hidalgo aporta tres consejos para encontrar el lado positivo de las vacaciones en solitario: lo primero, marcarse un pequeño desafío. Este aliciente será la chispa para mantenerse activo durante los primeros días de descanso. ¿Por qué no hacer una etapa del camino de Santiago, un
trekking al Himalaya, un bautismo de buceo o leer la novela que tienes pendiente desde hace meses?
El segundo consejo es mimarse mucho, recordar que en estas vacaciones tú eres la prioridad. Por ejemplo, está bien concederse algunos caprichos, como visitar un espá, ir a comer a algún restaurante que te encante o dormir la siesta tantas horas como te apetezca. Por último, esta psicóloga cree que es bueno relacionarse. El objetivo no es pasar el veraneo buscando compañía, pero sí con una actitud positiva y abierta, que hará el viaje mucho más enriquecedor.
Así que quizá estés empezando a valorar la posibilidad de hacer la maleta y reservar una habitación individual. No sería mala idea, porque, como dice Hidalgo, “el único riesgo es descubrir que te gusta”.
Y es que uno de los beneficios que la experta asocia a pasar unos días sin más compañía que la de uno mismo deriva precisamente de la soledad. “Poder disponer de tiempo para nosotros es muy positivo. A nivel individual, contar con unos días para cuidarnos y practicar actividades que nos gustan puede fortalecer la autoestima. Y desde el punto de vista relacional nos ofrece vivencias que compartiremos a la vuelta con nuestra pareja, lo cual puede favorecer un reencuentro maravilloso”, concluye Hidalgo.
2. EN PAREJA: ¡PELIGRO, 24 HORAS JUNTOS AL DÍA!
A priori, el plan de compartir unas semanas a solas con la pareja puede parecer idílico. Sin embargo, hay a quien le entra un sudor frío cuando lo piensa, ya que, si no vivís juntos, pasar de las cenas y las salidas al cine a no despegarse el uno del otro puede ser complicado. O tal vez no. “Estar juntos todo el día y tener que tomar decisiones a medias sobre los planes a seguir puede llevarnos a descubrir aspectos del otro que no conocíamos y que no nos gusten”, advierte la psicóloga de This is Coaching.
Pero no tiene necesariamente por qué ser así. “Este periodo también puede convertirse en una gran oportunidad para limar asperezas, divertirse y, por qué no, reenamorarse. Hay que focalizar todo lo positivo que conlleva compartir esos momentos de desconexión y aderezarlo con mente abierta, respeto, tolerancia y mucha comunicación”, considera Hidalgo.
Conocidos los riesgos y las medidas que les ponen freno, la experta avisa sobre tres de los errores más comunes que suelen cometer y que arruinan
unas jornadas que se prometían perfectas: el primero es aprovechar las vacaciones para pintar la casa o arreglar el trastero. Recuerda que estos días deberían carecer totalmente de obligaciones. El segundo error es planificar de forma unilateral sin contar con el otro. Organizar una escapada puede ser una carga que acabe quemando al que lo hace. Las decisiones tomadas mano a mano son más enriquecedoras. Por último, no hay que ser inflexible en el destino o las actividades. Se trata de mantener una actitud tolerante y estar abiertos a disfrutar en cualquier ciudad, momento o situación.
3. PADRES, HIJOS, CUÑADOS Y DEMÁS PARIENTES
Suena divertido. Llega el verano y crees que sería perfecto pasar unos días en familia. Te arriesgas, lo haces... y ¿te arrepientes? El riesgo existe, según Laura RojasMarcos, psicóloga clínica y
autora de La familia. De relaciones tóxicas a relaciones
sanas, quien considera que “los cambios en la dinámica familiar que se dan en vacaciones pueden producir conflictos, especialmente cuando hay falta de comunicación”.
Es precisamente ahí donde encontramos el antídoto para los posibles enfrentamientos. “Una comunicación positiva, clara, respetuosa y constructiva favorece la buena organización familiar, así como la colaboración y el compromiso por parte de cada persona”, argumenta la psicóloga.
De modo que, para que reine la paz en la casa rural elegida o el apartamento junto al mar, el quid del problema es la organización. La flexibilidad y la asunción favorable del papel que cada uno tiene asignado son las dos piezas clave que apunta Rojas-Marcos para unas vacaciones en familia exitosas.
Sin embargo, la realidad puede ser muy distinta. “En demasiadas ocasiones, las personas asocian las vacaciones con no hacer nada, y se sienten con derecho a no cumplir con sus deberes. Como consecuencia, esto puede provocar que los demás se sobrecarguen de tareas y acaben agotados y quemados. La falta de consideración hacia los otros a menudo es motivo de discusión, y en no pocas ocasiones acaba en enfrentamientos, peleas y falta de respeto”, asegura Rojas-Marcos. ¿Solución? “Respeto, comunicación, una actitud positiva y una buena dosis de sentido del humor”, concluye.
4. PROS Y CONTRAS DE VIAJAR CON AMIGOS
Los amigos no siempre son los mejores compañeros de viaje. Quizá te sorprenda, pero lo cierto es que el compadreo de la oficina o las risas en el bar no siempre son garantía para pasar unos días felices lejos de la rutina diaria. Y es que “no se puede viajar con cualquie- ra. Es importante saber elegir un buen compañero. Para eso hay que conocerse bien, saber qué nos gusta y qué no, tener claro lo que es importante para nosotros y en qué aspectos no somos flexibles”, dice RojasMarcos. Cada uno tiene su forma de viajar; si se hace con quien se comparten esas características, es probable que se convierta en un amigo para toda la vida.
Ahora bien, cabe que creamos haber dado con el compañero adecuado, emprendamos las vacaciones y antes de sentarnos a cenar empiecen los desacuerdos. ¿Dónde está el fallo? “Por un lado, suele haber un problema de convivencia. Es decir, falta de consideración ante las necesidades de los demás, incapacidad para gestionar los tiempos o dificultad para compartir los espacios. Por otro, es posible que afloren rasgos de la personalidad incompatibles”, dice Rojas-Marcos. Y concluye: “En cualquier caso, sería bueno evitar las quejas constantes, los comentarios negativos y las actitudes egoístas. Hay que hablar y escuchar siempre desde el respeto, con buena disposición y mantener una actitud resolutiva”.