Big data: cuando el ciudadano es la encuesta
En un mundo donde cientos de millones de personas, sin que nadie les pregunte, dan cada día su opinión en las redes sociales sobre todo tipo de temas, y donde sus gustos y preferencias pueden ser monitorizados siguiendo sus clics, ¿tienen sentido las encuestas? El mundo del bigdata atrae como un imán a estos profesionales, pero la clave para sacarle todo el partido parece resistirse.
Víctor Sánchez del Real advierte de casos conflictivos, como algunas cadenas de distribución de Estados Unidos que enviaron a sus clientas publicidad de productos relacionados con el embarazo antes de que ellas mismas supieran que estaban encinta: “Si usted lleva ya tres compras en las que no ha adquirido tampones y además lleva seis meses comprando un Predictor y además compra fresas… No hay una certeza absoluta, pero, ante la duda, se le manda el folleto de bebés”. Y estos procedimientos están al alcance de empresas grandes y pequeñas.
MINERÍA DE DATOS. Otros profesionales creen que las entrevistas y el análisis siempre estarán ahí. “Al final, el bigdata no es más que un montón de fuentes de información”, declara Carmen Hernández Pena, de Nielsen. “El tema es cómo explotarlo; vas a tener que seguir haciendo controles, y siempre será necesaria la figura del analista”. Robert M. Groves, exdirector de la Oficina del Censo de EE. UU., corrobora esta opinión en un artículo en el que escribió que “las corrientes de datos no sirven de nada hasta que se utilizan. El usuario encuentra significados en los datos haciéndoles preguntas y encontrando las respuestas en ellos”.