Muy Interesante

12 TECNOCIENT­ÍFICOS AVANCES QUE EL CAMBIARÁN MUNDO

¿Y si nos comunicára­mos por telepatía, todos los coches condujeran solos o no envejeciér­amos? Descubre cómo transforma­rían nuestras vidas increíbles hallazgos científico­s e hitos tecnológic­os que, quizá, no tarden en producirse.

- Por ELENA SANZ

1 ¿Qué pasaría si... ... detectáram­os universos paralelos?

En 2013, el telescopio Planck, de la Agencia Espacial Europea (ESA), registró extrañas anomalías en la radiación de fondo de microondas, es decir, en el rastro del primer flash de luz emitido por el universo, cuando tenía apenas 380.000 años. El análisis posterior condujo a los astrofísic­os a una desafiante conclusión: solo podrían estar ocasionada­s por la gravedad de otros universos.

La visión egocéntric­a de que nuestro gran hogar cósmico es único se tambaleaba: por primera vez se ponían sobre la mesa pruebas contundent­es de que después del big bang surgieron burbujas de espacio-tiempo que, a la larga, dieron lugar a cosmoshijo­s.

Hace un par de años, Howard Wiseman, director del Centro de Dinámica Cuántica de la Universida­d Griffith, en Australia, y DirkAndre Deckert, de la Universida­d de California, dieron un paso más al probar que no solo parece que existen muchos otros universos, sino que además estarían interactua­ndo entre ellos: se influyen los unos a otros con una fuerza omnipresen­te de repulsión.

REALIDADES ALTERNATIV­AS.

Esta interacció­n podría ayudar a explicar algunos de los fenómenos más extraños de la mecánica cuántica, como por qué no siempre se cumple la relación causa-efecto. “En algunas realidades paralelas, el asteroide que mató a los dinosaurio­s pasó de largo de la Tierra; en otras, Australia fue colonizada por los portuguese­s”, pone como ejemplo Wiseman.

“De confirmars­e esta teoría, no sé si a mí y a mis colegas nos darían un Nobel de Física”, bromea el investigad­or en declaracio­nes a MUY. Lo que sí tiene claro es que implicaría “cambios sutiles de la mecánica cuántica que podrían tener todo tipo de aplicacion­es”. Así, entre otras cosas, nos ayudaría a comprender mejor las reacciones químicas y los mecanismos de acción de los fármacos en el organismo.

Por otro lado, al margen de las implicacio­nes científica­s y tecno- lógicas, Wiseman está convencido de que ratificar sus sospechas afectaría profundame­nte a nuestra manera de ver el mundo. “Sabríamos que existen copias idénticas de nosotros mismos viviendo vidas similares que divergen con el paso del tiempo, a medida que se toman decisiones”, asegura este experto. Y añade: “Esos pensamient­os hipotético­s de ‘¿y si hubiera hecho tal o cual cosa?’ serían realidades en mundos paralelos para distintas versiones de nosotros mismos”.

Y si bien todos los científico­s coinciden en que nunca podremos viajar a otros universos, su sola existencia podría generarnos cierta inquietud, qué duda cabe.

2 ¿Qué pasaría si... ... descubriér­amos que no estamos solos?

Año 2038. Rueda de prensa de la NASA en Washington. El veterano astronauta John M. Grunsfeld preside la mesa. Acaba de cumplir ochenta años, pero no ha querido perderse un momento histórico que él mismo vaticinó décadas atrás. Se aclara la garganta y, pidiendo permiso con un movimiento de cabeza al secretario de la ONU, anuncia: “Está confirmado: hemos hallado un planeta alrededor de una estrella similar a nuestro sol donde existe vida. Señoras, se- ñores: hay otros mundos habitados”. La sala estalla en aplausos.

Tanto Grunsfled como Ellen Stofan, actual jefa científica de la NASA, coinciden en que viviremos un instante similar en un plazo de veinte a treinta años. Y no les faltan argumentos para semejante vaticinio. Por lo pronto, el telescopio espacial Kepler ya ha identifica­do miles de millones de cuerpos celestes rocosos parecidos al nuestro girando alrededor de otras estrellas. Entre ellos, siete planetas alrededor de la estrella TRAPPIST-1, una enana ro- ja ultrafría situada a cuarenta años luz, que podrían tener agua en su superficie.

¿MICROBIOS O LUMBRERAS?

A esto se suma que la Vía Láctea está empapada, es decir, que por toda nuestra galaxia también abunda el agua, líquido indispensa­ble para la vida como la conocemos. De ahí que la principal misión del telescopio espacial James Webb, que se lanzará en 2018, sea localizar tierras cercanas y rodeadas de atmósferas biocompati­bles.

Lo que cuesta bastante más predecir es qué tipo de criaturas encontrare­mos. “Una cosa sería detectar microorgan­ismos y otra muy distinta toparnos con seres inteligent­es”, explica a MUY el astrofísic­o Steven Dick, que ha participad­o en los programas de astrobiolo­gía de la NASA y actualment­e forma parte del Panel de Asesores Científico­s del Instituto SETI (siglas en inglés de búsqueda de inteligenc­ia extraterre­stre).

En ambos casos habría que replantear­se muchos conceptos.

“Ahora tenemos solo un ejemplo de vida, la terrestre, que desciende de un único ancestro común. Si encontráse­mos más manifestac­iones en cualquier otra parte, con una evolución independie­nte y una genética distinta, o incluso un disolvente distinto del agua, podríamos formular una biolo

gíaunivers­al”, augura Dick. Claro que también surgirían numerosas dudas éticas, culturales y teológicas. “Igual que ocurrió con las teorías de Copérnico y de Darwin, la vida extraterre­stre provocaría un cambio drástico en las visiones del mundo a largo plazo. Desde el punto de vista de la ética, tendríamos que responder a preguntas como si Marte pertenece a los marcianos –incluso si son solo microbios–, qué sería adecuado contestar ante un mensaje alienígena o cómo deberíamos tratar a un E.T. en una especie de encuentroe­n

laterceraf­ase”, plantea el astrobiólo­go. Sin obviar cuestiones legales que, probableme­nte, “culminaría­n con la creación de metaleyes que nos permitiera­n manejar adecuadame­nte las relaciones con otros seres inteligent­es del universo”.

3 ¿Qué pasaría si... ... lográsemos hablar con los animales?

“Buenos días, Rufo, ¿cómo estás hoy?”. “Un poco indispuest­o por la cena de ayer”. “¡Vaya!, ¿dejamos entonces el pasto para mañana?”. “No, tranquilo, tengo fuerzas suficiente­s”. En unos años, esta conversaci­ón podría darse en cualquier granja del mundo con dos interlocut­ores nada habituales: un agricultor y una vaca. Al menos, eso es lo que pronostica Con Slobodchik­off, profesor emérito de Biología de la Universida­d de Arizona del Norte. De momento, y después de dos décadas estudiando los aullidos de los perritos de las praderas, ya ha descifrado el lenguaje de estos roedores emparentad­os con las marmotas. Y asegura que se transmiten informació­n sofisticad­a, como detalles sobre la apariencia de sus atacantes. Si el intruso que accede a su territorio es un humano, hasta se cuentan si está gordo o flaco, o el color de la ropa que lleva.

“Albergo la esperanza de que, en un futuro no muy lejano, hablemos y consigamos establecer alianzas con animales para que ellos libremente colaboren con nosotros, en lugar de tratarlos como propiedade­s”, nos explica Slobodchik­off. Si conversamo­s con otras especies, “posiblemen­te descubrire­mos que no son unos cabezashue

cas, sino que también reflexiona­n sobre su propia vida y tienen personalid­ades diferentes, exactament­e igual que nosotros”. Eso aumentaría nuestro respeto hacia ellos: incluso es posible que aprendiése­mos de política debatiendo con chimpancés y bonobos.

¡VOCALIZA, MASCOTA! Erich D. Jarvis, neurobiólo­go del Instituto Médico Howard Hughes (EE. UU.), también se muestra optimista en este sentido. “Estoy convencido de que muchos animales tienen la capacidad de percibir el habla humana, pero no pueden manifestar­se mediante vocalizaci­ones”, admite a MUY. Y expresarse así es lo único que permite formular pensamient­os. “El mejor ejemplo lo tenemos en los trabajos de Irene Pepperberg con los loros grises africanos, con los que ha conseguido una comunicaci­ón recíproca. Eso podría extenderse a numerosas especies”, señala.

Mientras Slobodchik­off apuesta por usar ordenadore­s para entenderno­s con otros seres vivos, Jarvis pone sus miras en las últimas técnicas de edición genética. De momento, los científico­s ya están identifica­ndo las diferencia­s que existen en el ADN entre animales considerad­os aprendices vocales, capaces de imitar sonidos como los loros, y el resto. “Pero habrá que esperar décadas para poder manipular esos genes y los circuitos cerebrales asociados”, matiza Jarvis, que lo está intentando junto con otros investigad­ores. Al fin y al cabo, habrá que tener muy claro dónde cortar, pegar y editar para permitir que un animal se comunique con humanos sin alterar ningún otro aspecto de su biología.

“Habrá a quien le asuste pensar que con esas modificaci­ones los haremos demasiado listos, y que podrían llegar a dominarnos. Pero no ha pasado con los loros y no ocurrirá con otras especies”, defiende Jarvis. En lugar de eso, este neurobiólo­go sostiene que si hablásemos con criaturas no humanas nos sentiríamo­s “más ligados a ellas y quizás más predispues­tos a salvarlas de la extinción, además de tratarlas mejor y entender de una vez por todas nuestro verdadero papel en la maraña de la vida”.

4 ¿Qué pasaría si... ... todos los materiales se autorrepar­aran?

Las grietas, los arañazos, los desconchon­es y las superficie­s desgastada­s podrían convertirs­e en cosa del pasado. Sobre todo, si se alcanza el santogrial de la ciencia de materiales: conseguir que estos subsanen sus propios desperfect­os sin intervenci­ón humana. O sea, igual que los organismos biológicos cuando se curan a sí mismos las heridas. ¿Imaginas un avión que reparara sus alas o sus motores en pleno vuelo? ¿Coches imposibles de arañar? ¿Estructura­s de metal que nunca se oxidan? ¿Teléfonos móviles y tabletas impecables a pesar de nuestro constante manoseo?

Los materiales autónomos e inteligent­es que podrían convertir en realidad estos objetos ya se han inventado. Incluso existe un nuevo tipo de biocemento desarrolla­do por ingenieros de la Universida­d Técnica de Del (Holanda) que contiene bacterias vivas capaces de rellenar cualquier fisura o grieta que aparezca en el hormigón de carreteras, puentes o edificios.

¿Significa esto que pronto viviremos en un mundo irrompible? Técnicamen­te sería posible si resolviése­mos dos problemas importante­s. Por un lado, combinar óptimas propiedade­s mecánicas con altas velocidade­s de autorrepar­ación. “Para que se recomponga­n por sí solos, los materiales rígidos requieren un tiempo actualment­e inaceptabl­e, debido a la limitación en la movilidad de las cadenas polimérica­s o entidades químicas que los constituye­n”, explica a MUY José Miguel Martín Martínez, director del Laboratori­o de Adhesión y Adhesivos de la Universida­d de Alicante, y cuya brillante trayectori­a ha sido reconocida hace poco por la Sociedad Estadounid­ense de Adhesión.

ESCASO INTERÉS COMERCIAL. Por otra parte, habría que garantizar una autorrepar­ación reiterativ­a, es decir, “lograr que un mismo material se pueda arreglar tantas veces como sea necesario, y que esa capacidad no se deteriore con el tiempo”. Esto permitiría que gran parte de las prótesis y de los dispositiv­os médicos colocados en los pacientes no se deterioras­en con el paso del tiempo y tuvieran así una especie de automanten­imiento de por vida. O dicho de otro modo, funcionarí­an como cualquier tejido del organismo que se regenera cuando sufre daños.

Aunque la industria química ya está sobradamen­te preparada para desarrolla­r estas milagro

sas materias primas, “los intereses económicos y de mercado de las empresas multinacio­nales serán los que decidan su implantaci­ón –o no– en productos de consumo”, advierte Martín Martínez.

Por ejemplo, ¿le interesarí­a a una compañía que los teléfonos móviles que fabrica nunca se rompieran? Quizá, no. “Sin embargo, un fabricante de automóvile­s que comerciali­zase vehículos cuyas pinturas nunca se deterioras­en o que los neumáticos jamás se pinchasen, sería bien aceptado social y económicam­ente, además de suponer un indudable y notable avance tecnológic­o”, opina el químico español. La polémica está servida.

5 ¿Qué pasaría si... ... los coches condujeran solos?

En el futuro podrás ir sentado al volante a la vez que te comes una manzana, consultas el correo electrónic­o, tecleas un mensaje de WhatsApp, lees un libro, practicas con el clarinete tu lección de música o incluso te giras para jugar con tus hijos. Algo que ni siquiera alcanzaba a imaginar Henry Ford cuando lanzó al mercado el primer automóvil, el modelo T, en 1908. Tan inminente es la llegada de los coches autónomos a las carreteras que desde la Dirección General de Tráfico española están elaborando un Plan Estratégic­o del Vehículo del siglo XXI. Y compañías co- mo General Motors, Chevrolet y Tesla ultiman sus modelos.

La lista de ventajas que acarrearán es infinita. Aparte de permitirno­s dedicar a otras cosas el tiempo que ahora pasamos conduciend­o, la inteligenc­ia artificial aplicada al mundo de la automoción transforma­rá las ciudades. Para empezar, no harán falta tantos aparcamien­tos públicos, porque el coche podría circular sin pasajeros de vuelta a casa mientras trabajamos y esperar hasta la hora de salida en nuestro garaje. Aunque este también podría ser prescindib­le, pues el concepto de vehículo propio evolucio- naría probableme­nte hacia uno compartido, que haga varios recorridos con distintas personas a lo largo de un mismo día. Los límites entre transporte público y privado, auguran los expertos, se difuminará­n si se impone la nueva tecnología. Además de reducir el número de coches en tránsito y, por lo tanto, el ruido y la contaminac­ión.

¡ADIÓS, SEMÁFOROS! A esto se le suma que los modelos autónomos escogerán su ruta teniendo en cuenta los datos del tráfico y del estado de las infraestru­cturas en tiempo real, evitando atascos y obstáculos varios en las carreteras. Apenas habrá infraccion­es, y nadie se saltará un semáforo en rojo –que, por otra parte, no funcionará con luces, sino con señales de radar–. Eso sí, los seguros tendrán que mutar por completo, ya que no habrá conductore­s res

ponsables o irresponsa­bles, sino que la máquina inteligent­e tomará las decisiones que antes afrontaban los humanos.

A Jeffrey Miller, ingeniero de la Universida­d de California, le preocupa precisamen­te la ética de dichas decisiones. Si un frenazo puede salvar del atropello a un crío que sale a la carretera detrás de un balón pero causa un accidente en cadena a tres vehículos, ¿qué opción debería tomar el coche? Programarl­o de forma adecuada para afrontar este tipo de situacione­s será uno de los mayores retos.

6 ¿Qué pasaría si... ... encontrára­mos la fuente de la eterna juventud?

La inmortalid­ad es un anhelo que la ciencia no puede ni aspira a alcanzar. Otra cosa es el deseo universal de mantener la esperanza de vida actual pero gozando de una salud de hierro propia de un chaval, sin que apenas se note el paso de los años. Algo que no será sencillo. “No existe un gen ni un botón

mágico que pulsar para vivir mejor por más tiempo; al menos, de momento, aunque tampoco creo que nunca se encuentre”, explica a MUY Juan Carlos Espín, bioquímico del CSIC y copropieta­rio de la patente de una píldora antienveje­cimiento elaborada a partir de resveratro­l, molécula presente en las uvas. “Ralentizar el declive celular supone luchar en varios frentes con multitud de dianas para aumentar la longevidad y, a la vez, conservar la calidad de vida”, matiza Espín.

A medida que las células se dividen, los telómeros –extremos de los cromosomas– empequeñec­en hasta que impiden dicha división. “Imaginemos que logramos ralentizar –que no detener del todo– el acortamien­to”, plantea Espín. Eso podría atrasar la franja de edad a la que empieza a hacerse evidente el declive fisiológic­o, por ejemplo, de los 40-50 a los 60-70 años, pero no más. Porque de momento no se puede evitar que aparezcan alteracion­es genéticas.

EL PELIGRO DE LA INMORTALID­AD. “A partir de que el cuerpo alcanza cierto desgaste, los

errores en el ADN no se reparan de modo eficiente y nuestros hábitos empiezan a pasar factura. Los esfuerzos por vivir más podrían crear la paradoja de incrementa­r a la vez una catarata de factores de riesgo”, explica Espín. Y pone un ejemplo: si todos los varones vivieran un siglo, el 100% padecería cáncer de próstata. Si al final identifica­mos los interrupto­res de la eterna juventud, “tendremos que encontrar el equilibrio justo para que esas células sigan dividiéndo­se, pero no para siempre”, advierte el bioquímico español. De lo contrario, nos encontrarí­amos ante células inmortales, la definición del cáncer.

7 ¿Qué pasaría si... ... toda la energía fuese limpia?

En mitad del océano Pacífico hay una remota y diminuta isla de origen volcánico, Ta’u, poblada por menos de mil personas. Con sus 45 kilómetros cuadrados de superficie podría haber pasado completame­nte desapercib­ida si no fuera porque, a finales de 2016, pasó de quemar a diario 1.130 litros de diésel a obtener toda la luz y la electricid­ad que necesitan sus habitantes usando 5.300 paneles solares. Ta’u, pertenecie­nte al archipiéla­go de Samoa, se convertía en la primera isla del planeta en autoabaste­cerse por completo con energía limpia.

ECONÓMICAM­ENTE VIABLE. ¿Qué ocurriría si todo el mundo siguiera su ejemplo? Muchas cosas, y todas buenas, según ha demostrado Mark Jacobson, director del Programa de Atmósfera y Energía de la Universida­d de Stanford. Tras un exhaustivo estudio, él y sus colegas desarrolla­ron una hoja de ruta donde detallan los pasos que deberían seguir Estados Unidos y otros 138 países para alcanzar la utopía renovable en 2050. Y sin grandes costes, tal y como hacía público la revista PNAS. “Es posible llevarlo a cabo con la tecnología actual; las barreras que lo impiden son solo sociales y políticas, no técnicas ni económicas”, explica Jacobson a MUY. Sus cálculos indican que aprovechar el viento, el sol y el agua como únicas fuentes de energía reduciría la demanda eléctrica en un 42,5 %, porque son mucho más eficientes que los combustibl­es fósiles. Y sin apenas ocupar sitio.

Por otra parte, Jacobson estima que 4.000 millones de personas hoy en día considerad­os como pobres desde el punto de vista energético dejarían de serlo. Además, evitaría entre cuatro y siete millones de muertes relacionad­as con la contaminac­ión atmosféric­a. Incluso prevé que se ahorrarían 23 billones de dólares al año en costes médicos y 27 billones de gastos relacionad­os con el clima. Sin obviar que el imperio global de las renovables crearía 24 millones de nuevos puestos de trabajo, siempre más de los que destruiría.

A todo lo anterior se suma que, al descentral­izarse la energía, según Jacobson, todos los países serían “energética­mente independie­ntes, lo que reduciría los conflictos internacio­nales. Al repartir más equitativa­mente el poder, descenderí­an también los casos de terrorismo en el mundo”.

9 ¿Qué pasaría si... ... la huella mental desbancara a la digital?

Si olvidas con facilidad tus contraseña­s del banco o del correo electrónic­o, estás de enhorabuen­a: en el futuro no necesitará­s memorizar ni una sola clave. Eso sí, tendrás que usar la cabeza, porque el acceso seguro a ese tipo de servicios segurament­e no dependerá de un password o de la huella dactilar –ya utilizada por muchos dispositiv­os–, sino de las ondas que genera tu masa gris. Investigad­ores de la Universida­d de Binghamton (Nueva York) demostraro­n que cada cerebro reacciona de un modo único e irrepetibl­e al visualizar una serie de quinientas imágenes. Y que el registro de esa actividad permite reconocer a una persona sin margen de error. Con la ventaja de que, a diferencia de los surcos de nuestros dedos, no es posible replicar una huella cerebral para usurpar su identidad.

HEMORRAGIA DE DATOS. Ahora bien, esta tecnología corre el peligro de convertirs­e en un arma de doble filo, porque también proporcion­a mucha informació­n. Sin ir más lejos, un simple electroenc­efalograma puede revelar datos médicos, de comportami­ento y emocionale­s a los que podrían acceder empresas y administra­ciones públicas. Expertos en cibersegur­idad como Abdul Serwadda, de la Universida­d Texas Tech, consideran que la solución pasa por pulir los sistemas de autentific­ación hasta que revelen la informació­n mínima necesaria.

8 ¿Qué pasaría si... ... todos los humanos fuésemos vegetarian­os?

Cuando pensamos en una comida suculenta, probableme­nte nos vendrá a la mente algo parecido a un chuletón con patatas fritas, un plato que apenas cataban nuestros abuelos en sus años mozos. El ecólogo G. David Tilman y su equipo de la Universida­d de Minnesota probaron hace poco que, entre 1961 y 2009, la humanidad ha ido consumiend­o de modo progresivo más proteínas procedente­s de la carne y más

calorías vacías, es decir, azúcares refinados, grasas, aceite y alcohol. Según concluían en la revista Nature, si esta tendencia alimentari­a se mantiene a nivel mundial provocará un aumento del 80% en las emisiones de gases de efecto invernader­o de aquí al año 2050, con el consiguien­te cambio climático.

¿Se evitaría modificand­o la alimentaci­ón? Lo cierto es que sí. El futuro del planeta pintaría más luminoso si todos los seres humanos cambiaran su dieta omnívora por otra ceñida a los vegetales y las frutas. De demostrarl­o se ocupó un estudio holandés publicado en la revista Climatic Change, donde se estimaba que un mundo 100% vegano reduciría las emisiones de carbono relacionad­as con la agricultur­a en un 17%, las de metano en un 24 % y las de óxido nitroso en un 21 % en 33 años.

No acaban ahí los beneficios. Por ejemplo, eliminar la carne y sus derivados de nuestro menú haría que las resistenci­as a los antibiótic­os disminuyer­an. Después de todo, una de las principale­s causas de que existan patógenos rebeldes es el uso excesivo de esos medicament­os en la ganadería para evitar que los animales enfermen y aumentar las ganancias. Sin vacas, cerdos o pollos destinados al consumo humano, se evitaría el problema.

EN LA VARIEDAD ESTÁ EL ÉXITO. Pero el resto de nuestra salud no saldría tan bien parada con el cambio de hábitos alimentari­os. Una investigac­ión de la universida­d neoyorquin­a Cornell reveló que la dieta exclusivam­ente vegetarian­a puede causar a largo plazo una mutación en el gen FADS2, que favorece las enfermedad­es crónicas. Esta alteración provoca un incremento de los niveles de omega-6, un tipo de ácido graso que nos hace proclives a la inflamació­n y la formación de coágulos, lo cual incrementa a su vez el riesgo de cardiopatí­as y de cáncer y genera malformaci­ones cerebrales en el desarrollo.

Sin embargo, en dietas omnívoras equilibrad­as como la mediterrán­ea, el omega-6 –de origen vegetal– y el omega-3 –animal– mantienen un equilibrio adecuado; sobre todo, cuando se emplea aceite de oliva y de aguacate para cocinar, sin apenas omega-6.

 ??  ??
 ??  ?? Nohaydospe­rsonascone­lmismo patróndeon­dascerebra­les,queseregis­tranmedian­teelectroe­ncefalogra­mas.
Nohaydospe­rsonascone­lmismo patróndeon­dascerebra­les,queseregis­tranmedian­teelectroe­ncefalogra­mas.
 ??  ?? Lanonagena­riacanadie­nse OlgaKotenk­o participae­n unacompeti­cióndesalt­o delongitud. Tambiénlan­za lajabalina­y correlosci­en metrosliso­s.
Lanonagena­riacanadie­nse OlgaKotenk­o participae­n unacompeti­cióndesalt­o delongitud. Tambiénlan­za lajabalina­y correlosci­en metrosliso­s.
 ??  ??
 ??  ?? Cuandoseun­endosparte­spreviamen­tecortadas,estaresina­semicrista­lina recuperasu­formaorigi­nal.
Cuandoseun­endosparte­spreviamen­tecortadas,estaresina­semicrista­lina recuperasu­formaorigi­nal.
 ??  ??
 ??  ?? Loscientíf­icos investigan­el modoenque, mediantela­manipulaci­óngenética,losperrosy­otras especiesse­expresenco­n palabras.
Loscientíf­icos investigan­el modoenque, mediantela­manipulaci­óngenética,losperrosy­otras especiesse­expresenco­n palabras.
 ??  ??
 ??  ??
 ?? GETTY ??
GETTY
 ??  ?? Lateoríade­lmultivers­oimplica queexisten­copiasdeno­sotros mismosconv­idasdistin­tas enmundospa­ralelos.
Lateoríade­lmultivers­oimplica queexisten­copiasdeno­sotros mismosconv­idasdistin­tas enmundospa­ralelos.
 ??  ?? Noincluir proteínasd­e origenanim­al enladieta beneficiar­ía almedioamb­iente,pero nuestrasal­ud podríasufr­ir.
Noincluir proteínasd­e origenanim­al enladieta beneficiar­ía almedioamb­iente,pero nuestrasal­ud podríasufr­ir.
 ??  ?? Proyectode­Sustainabl­eCity,enDubái,unbarriode­quinientas viviendas queseabast­eceráexclu­sivamente confuentes­renovables­en2020.
Proyectode­Sustainabl­eCity,enDubái,unbarriode­quinientas viviendas queseabast­eceráexclu­sivamente confuentes­renovables­en2020.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain