La guerra arrasa el patrimonio de Siria
En los últimos seis años, Siria ha visto cómo la guerra que se libra a tres bandas en su territorio, con las fuerzas gubernamentales, los rebeldes y los terroristas del Dáesh en liza, ha dinamitado su rico patrimonio cultural.
Tesoros como Palmira y la fe milenaria del pueblo yazidí son las víctimas culturales de una contienda que enfrenta a tropas gubernamentales, rebeldes y terroristas del Dáesh desde hace seis años.
La guerra de Siria está siendo implacable con su historia. De sus seis emplazamientos calificados como Patrimonio de la Humanidad, cinco muestran daños significativos, según un estudio llevado a cabo mediante imágenes de satélite y publicado por la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS). Se trata de Palmira, Alepo, Bosra, el conjunto de las ciudades muertas del norte del país –un compendio de cuarenta antiguos pueblos que son testimonio de la vida en los albores del cristia- nismo– y el gran castillo de la época cruzada Crac de los Caballeros. Por desgracia, esta es una lista que incluso se queda corta, porque Siria alberga muchos más emplazamientos de enorme valor arqueológico, como Ebla, Mari y Dura Europos. Solo la capital, Damasco, parece salvarse.
Aunque su historia no sea tan conocida como la de otros países de Oriente Medio, Siria tuvo sus propios imperios, como el amorreo –el primero– y el encabezado más tarde por la mítica reina Zenobia de Palmira; y ha sido decisiva para fenicios, roma- nos, partos y otomanos, entre otros. Su geografía como puerto privilegiado del Mediterráneo oriental y ruta hacia el interior de Asia la convirtió en un emplazamiento estratégico y muy poblado, decisivo en la extensión del cristianismo por el Mare Nostrum.
Además de los daños por la guerra civil entre Gobierno y opositores, la irrupción del grupo terrorista Dáesh en el conflicto ha resultado desastrosa para el patrimonio: los yihadistas han decidido, desde hace dos años, convertir la historia de Siria en objetivo bélico, haciendo alarde de
EL DÁESH HA DECIDIDO CEBARSE CON ESTE PUNTO DE ENCUENTRO DE CIVILIZACIONES
la destrucción del pasado no islámico del país. Este es el relato del antes y el después en los lugares más afectados.
1. LA ‘CIUDAD DE LAS PALMERAS’, CERCADA POR EL FUEGO DEL DÁESH
Palmira fue el oasis más famoso de la historia antigua. Situada en pleno desierto de Siria, era una próspera urbe entre dos imperios: el romano, que había llegado hasta la ribera oriental del Mediterráneo; y el parto, situado al este del río Éufrates. La expansión de estos dos para llegar a las costas de Siria y los consiguientes contraataques romanos hacían que Palmira, “famosa por su ubicación, la riqueza de su suelo y el agua amena”, según Plinio el Viejo (23-79 d. C.), cambiase de manos constantemente.
Pero iba a tener su propio momento de gloria cuando en el año 268 se convirtió en capital de un imperio promovido por el rey local Septimio Odenato, que aprovechó una etapa de debilidad en el poder romano. A Odenato lo asesinaron y no pudo disfrutarlo; fue su segunda esposa, la reina Zenobia, la que gobernó sobre un territorio que llegó a abarcar desde Egipto a Asia Menor, aunque duró poco: en el 272 fue depuesta por el emperador Aureliano y enviada como rehén a Roma.
En esta época, Palmira alcanzó la elevadísima cifra de 200.000 habitantes y se dotó de monumentales edificios que han perdurado casi dos milenios: un anfiteatro romano; los templos de Bel y Baalshamin, síntesis de arquitectura gre- corromana y de Oriente Medio; los baños de Diocleciano, con su esplendorosa entrada señalada por cuatro grandes pilares de granito egipcio de 12,5 m de altura; y la larga columnata de 1,1 km, que recorría la ciudad de este a oeste y llegaba hasta el Tetrapilón, una plaza cúbica con cuatro esquinas, cada una con un conjunto de cuatro columnas que señalaba un cruce de caminos, la esencia de Palmira.
Pero el Dáesh decidió cebarse con este punto de encuentro de civilizaciones. Tras conquistar Palmira en mayo de 2015, los yihadistas llenaron de explosivos el templo de Baalshamin, que quedó arrasado, así como el de Bel. Además, usaron el anfiteatro como escenario para sus ejecuciones grabadas. Entre los asesinados, el antiguo director de Antigüedades de la ciudad, Khaled al-Asaad, de 81 años. Luego Palmira fue liberada por las tropas sirias, en marzo de 2016, reconquistada por el Dáesh en diciembre y de nuevo recuperada por el Gobierno en marzo de este 2017. Esa segunda ocupación de los yihadistas volvió a castigar el patrimonio: la fachada del anfiteatro fue destruida y, en el Tetrapilón, solo quedan en pie cuatro de sus dieciséis columnas.
2. ALEPO: EL PATRIMONIO DE LOS MUSULMANES TAMPOCO SE LIBRA
Se trata de una de las ciudades más antiguas del mundo, y era ya capital mucho antes de que Damasco apareciese. Sus habitantes, el pueblo amorreo –mencionado en la Biblia como enemigo de los is-
raelitas–, fundaron el reino de Yamhad, que en el siglo XIX a. C. dominó casi toda Siria. En su expansión, protagonizada por el monarca Yarim-Lim I, formarían la primera dinastía babilónica. El rey Hammurabi –el del “ojo por ojo, diente por diente”– tenía ascendencia amorrea.
En la Edad Media, el castillo o ciudadela de Alepo fue un bastión islámico contra los cruzados. Allí se encerró a importantes rehenes cristianos, como el príncipe de Antioquía Reinaldo de Châtillon –preso durante diecisiete años–. En 2015, este histórico castillo perdió una de sus murallas por la explosión de una bomba colocada en una alcantarilla.
Durante la dinastía ayubí de Saladino y el Imperio otomano, Alepo prosperó. Con los turcos fue, en algunas etapas, su segunda ciudad más importante, detrás de Constantinopla. Se construyeron históricos monumentos religiosos, como la Gran Mezquita de los Omeyas, una de las
víctimas musulmanas del actual conflicto. Su minarete, considerado único en la arquitectura islámica, quedó reducido a escombros durante los enfrentamientos de 2013 entre fuerzas gubernamentales y rebeldes. En 2014, las bombas redujeron la mezquita Khusriwiye, del siglo XVI, a un cráter de 40 m de diámetro y destruyeron el hamán Yalbougha al-Nasri.
En la batalla de Alepo, que acabó la pasada Navidad tras mil días, resultaron afectadas muchas otras antiguas edificaciones, en parte por la estrategia rebelde de colocar bombas en túneles subterráneos, lo que acabó con el Hotel Carlton, de 150 años. La Unesco, que pudo enviar una misión a esta ciudad a principios de este año, estima que el 30 % de la ciudad vieja ha resultado totalmente destruida y el 60 %, gravemente dañada.
3. NI SIQUIERA DEJAN QUE DESCANSEN EN PAZ LAS ‘CIUDADES MUERTAS’
El arraigo del cristianismo en Siria durante su expansión hacia el mundo mediterráneo tiene uno de sus puntos de implantación más tempranos en las llamadas ciudades muertas, un grupo de cuarenta antiguos pueblos situados en el norte del país, no muy lejos de Alepo. Están distribuidos en torno a ocho parques arqueológicos reconocidos en 2011 por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Todos fueron prósperas poblaciones y domus de finales de la época pagana y principios del cristianismo; si se incluyen también los emplazamientos que no forman parte del catálogo de la Unesco, hay nada menos que 180 enclaves de interés arqueológico.
En aquellos lugares vivieron y predicaron los llamados Padres del Desierto del cristianismo. Uno de los más conocidos fue el asceta san Simeón el Estilita, que debe su nombre a haber escogido la penitencia de pasar 37 años encaramado en lo alto de una columna para alejarse de las tentaciones humanas –Buñuel se basó en su leyenda para rodar la película
Simón del desierto (1965)–.
Precisamente la basílica dedicada a san Simeón, una de las joyas de esta zona y que incluye el pilar original del ermitaño, fue objeto, en mayo de 2016, de un fuerte bombardeo aéreo con misiles por parte de las fuerzas rusas –aliadas de las tropas del presidente sirio, Bashar alAsad–, ya que el grupo islamista Ahrar al-Sham usaba el lugar como base. Las bombas habrían agujereado la fachada de la basílica –del año 490– y echado abajo parte del célebre pilar.
Otro de los daños principales observados es la destrucción de ruinas y estructuras de importancia arqueológica para hacer sitio a una carretera de nueva construcción en Dar Qita, uno de los pueblos históricos del conjunto.
Además de su uso militar, las ciudades muertas, por su cercanía a Alepo y a otras poblaciones objeto de disputa, como la estratégica Maarat an-Numan, se convirtieron ya desde 2012 en un lugar donde los desplazados por la guerra se ponían al abrigo de los rigores bélicos. Muchas personas hicieron de las tumbas de estos pueblos de la época bizantina un refugio donde poder vivir y guarecerse. Al mismo tiempo, la falta de control en esa afluencia de personas ha propiciado el aumento de los saqueos de piezas de gran importancia arqueológica.
4. EL CASTILLO CRUZADO QUE HA VUELTO A SER OBJETIVO DE GUERRA
La fortaleza que Lawrence de Arabia consideró como el castillo más admirable del mundo fue construida en Siria por los caballeros de la orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, en el siglo XII, para defender la ruta entre Damasco y Trípoli (Líbano). El castillo de Crac de los Caballeros, situado sobre una gran prominencia del terreno en una zona desértica no lejos de la ciudad de Homs, se levantó con largos muros concéntricos, multitud de torres y un enorme almacén de 120 m. Con todo ello se iba a convertir en un objetivo inexpugnable para los musulmanes durante las cruzadas. Ni siquiera Saladino fue capaz de conquistar Qalat al Hosn, su nombre árabe actual.
Se calcula que este castillo estaba preparado para resistir un largo asedio de cinco años con una guarnición de dos mil hombres. Baibars I, sultán mameluco de Egipto, acabaría por conquistar la fortaleza en abril de 1271 mediante un ardid que consistió en enviar una carta falsa, supuestamente escrita por el gran maestre de los Hospitalarios, que ordenaba a los caballeros su rendición. Estos sucumbieron al engaño y obedecieron.
Crac de los Caballeros fue ocupado tempranamente, a mediados de 2012, por soldados rebeldes del Ejército Libre Sirio. Próximo a la carretera de Harasta, que une Damasco con el centro y el norte de Siria, su actual posición estratégica lo
TESOROS EXPOLIADOS A VECES TERMINAN EN ‘RESPETABLES’ MUSEOS Y GALERÍAS
convirtió en una importante plaza fuerte de nuevo, muchos siglos después de las cruzadas. Desde allí los opositores disparaban a placer tanto contra la vía de comunicación como contra el llamado Valle de los Cristianos, depresión dominada por este bastión.
Por todo ello, el ejército gubernamental lo bombardeó intensamente en 2013 y 2014, lo que provocó grandes agujeros en sus tejados, detectados por imágenes de satélite que también permiten observar rastros de reparaciones apresuradas. El régimen de Al-Asad logró recuperar el histórico castillo en marzo de 2014.
5. EL EXPOLIO DE LOS YACIMIENTOS, UN NEGOCIO PARA LOS YIHADISTAS
Uno de los mecanismos de financiación a los que el Dáesh recurre es la venta de restos de valor histórico. El sistema consiste en saquear piezas en Irak y Siria y pasarlas como contrabando hasta países en paz, como el Líbano y Turquía, para acabar vendiéndolas a respetables museos, galerías o coleccionistas privados. En enero de 2016, la policía búlgara registraba cuatro domicilios de su país y hallaba un escondite donde se ocultaban diecinueve piezas, entre ellas estatuillas y piezas de mármol, destinadas al mercado ilegal de Europa Occidental.
Una de las víctimas constatadas del saqueo es Mari, ciudad semita que vivió su mayor apogeo entre el tercer y el segundo milenio antes de nuestra era, ya que por ella pasaba el comercio de materias primas del norte de Siria, como madera y piedras, que requerían las grandes urbes sumerias de Mesopotamia. En concreto, el Palacio Real de Mari está siendo ex- poliado de una manera sistemática. Los investigadores que trabajan con imágenes de satélite detectaron que entre 2011 –año en el que dio comienzo la guerra– y marzo de 2014 se habían abierto un total de 165 pozos de excavación ilegales en la zona del yacimiento. Y la tendencia aumentó exponencialmente entre marzo y noviembre de 2014, periodo en el que se detectaron 1.286 nuevos agujeros en este mismo terreno.
Mari se halla en la disputada provincia de Deir ez-Zor, al igual que Dura Europos, ciudad fronteriza construida en el siglo III a. C. por los macedonios y ocupada luego por los romanos, un histórico enclave comercial entre Oriente y Occidente. Dura Europos ha sido señalado como el principal escenario del pillaje arqueológico del Dáesh–aunque también operan aquí bandas organizadas de ladrones–, llevado a cabo tanto dentro como fuera de su recinto amurallado. “Los pozos de saqueo dentro de la muralla están tan cercanos los unos de los otros que resulta imposible distinguirlos individualmente”, informaban los investigadores de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, que usan fotos de satélite. En el exterior se pudieron contar nada menos que otros 3.750 pozos distintos, lo cual da una idea de la magnitud del expolio. Los estudiosos elevan su destrucción a la devastadora cifra del 70 % del yacimiento. Una tragedia patrimonial que se une a la humanitaria, ya que el conflicto, según informó en marzo el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), se ha cobrado ya la vida de más de 320.000 personas.