LAS VENTAJAS DE COMER DE TÁPER
El ritmo diario nos aleja de los fogones, pero los expertos no dejan de recordar que solo los platos preparados en casa reducen el riesgo de sufrir sobrepeso y diabetes de tipo 2.
Después de la jornada laboral, llegar a casa y tener que pensar y preparar lo que comer al día siguiente es un calvario para muchos, que al final optan por pedir un menú en un restaurante o tomar un sándwich. En 2015, los españoles nos gastamos 31.994 millones de euros en consumo alimentario fuera del hogar, lo que supone un aumento del 1,2 % respecto al año anterior. El Informe del consumo de alimentación en España 2015, del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente refleja que la crisis económica provocó una caída en las visitas a restaurantes hasta 2015, año en que empezó a repuntar.
Pero huir del modelo tradicional de alimentación repercute en el bolsillo y, a la larga, en la salud. “Una dieta sana puede prevenir muchas enfermedades no transmisibles, como la obesidad, la diabetes, el trastorno cardiovascular y ciertos tipos de cáncer”, dice Maira Bes-Rastro- llo, catedrática del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra. Y añade: “La obesidad, en gran medida producida por una alimentación insana, es la segunda causa de muerte evitable, por detrás del tabaco”.
La docente participa en el proyecto SUN, con el que los científicos han analizado la relación entre comer fuera de casa y el aumento de peso de más de 9.000 graduados universitarios de una edad media de 37 años. El seguimiento se hizo durante más de cuatro años y mostró que aquellas personas que comían fuera dos o más veces por semana ganaban más peso que los que lo hacían en casa.
El estudio también reflejó la influencia de la ingesta de carne y verduras en la salud. “Aquellas personas que tienen preferencia por los productos de origen vegetal presentan un 43% menos de riesgo de desarrollar obesidad que los que optan por productos de origen animal”, sostiene Bes-Rastrollo. Las frutas
son las grandes damnificadas cuando acudimos a cafeterías o restaurantes, frente a postres más elaborados –y calóricos– no habituales en casa.
Una enfermedad muy relacionada con el sobrepeso y la obesidad es la diabetes de tipo 2, que padecen entre el 80% y el 90% de los diabéticos y podría no estar diagnosticada en la mitad de los casos, al no presentar síntomas significativos en sus fases iniciales. Aunque puede tener una base genética, el nivel alto de azúcar en sangre está muy influido por el tipo de alimentación.
Para averiguar si comer fuera de casa influía en los casos de esta enfermedad, un equipo de investigadores de Estados Unidos hizo un seguimiento a más de 58.000 mujeres y 41.000 hombres entre 19862012 y 1986-2010, respectivamente. Los resultados revelaron que quienes ingerían comida casera entre once y catorce veces por semana tenían un riesgo un 14% más bajo de sufrir diabetes de tipo 2 (tanto en hombres como en mujeres) en comparación con quienes lo hacían un máximo de seis veces.
“Descubrimos que las comidas caseras se asociaron con un menor riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 entre los veintiséis y los veintiocho años, y un menor aumento de peso en los primeros ocho años de seguimiento”, resume Geng Zong, investigador del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública Harvard T. H. Chan (EE. UU.) y autor principal del estudio, publicado en PLOS Medicine.
Si bien es cierto que en los restaurantes de menú diario la opción de pedir ensaladas o alimentos a la plancha y fruta puede verse como algo equilibrado, el problema está en las grasas y los aceites con los que estos establecimientos preparan las viandas. “La comida en un restaurante suele tener más densidad energética, ya que se suele incluir más grasas, azúcares y sal para aumentar la palatabilidad de los platos”, aduce Bes-Rastrollo. Además, normalmente las raciones suelen ser más grandes que las que preparamos en casa, y en España no está tan implantada la práctica de pedir que nos preparen lo que sobra para llevar a casa, algo muy común en países como Estados Unidos, según la experta.
CON TIEMPO Y ESPACIOS ADECUADOS LA COMIDA SIENTA MEJOR
Otra de las creencias extendidas sobre la comida cocinada en nuestros fogones es que pierde propiedades si la congelamos o si la preparamos de un día para otro y la llevamos en un táper. “La congelación no alterará su calidad nutricional, y el recipiente de plástico usado para su transporte tampoco cambiará su composición”, subraya Lluís Serra Majem, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública y director del Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias de la Universidad de Las Palmas, quien recuerda que la comida cocinada aguanta varios días en la nevera, sin necesidad de congelarla.
Lo que sí hace falta cuando se comen alimentos caseros en la oficina es tener unas infraestructuras mínimas, una sala espaciosa, que cuente con mesas, nevera, microondas y un fregadero, y poder dedicar cierto tiempo a degustar los platos, sin prisas. En España, el placer es el motivo principal por el que consu-
mimos alimentos fuera del hogar (en el 32,5% de los casos), aunque existen otras razones como salir con amigos, familia o pareja (el 15,1 %), no cocinar en casa (15,1 %) o estar trabajando (12,9 %). Así se desprende del Informe del consumo de alimentación en España 2016.
A la hora de ponernos a cocinar influye mucho el tiempo que tengamos para hacerlo. Según una investigación estadounidense, cada vez pasamos menos tiempo en la cocina, pero prolongamos más el acto de comer y cenar. En el estudio se diferencia entre el tiempo de comer primario, en el que la persona se centra solo en esa actividad, y el tiempo de comer secundario, en el que, además de comer, se realizan otras tareas domésticas. Los resultados mostraron que cada vez dedicamos menos tiempo a comer en exclusiva, pero más a hacerlo acompañado de otras actividades. Cathleen D. Zick, profesora de Estudios de Consumo y Familia de la Escuela de Ciencias Sociales y del Comportamiento de la Universidad de Utah (EE. UU.) y autora principal del estudio achaca esta tendencia, sobre todo, a que actualmente proliferan las comidas preparadas a precios muy asequibles.
EL CAMBIO DE HÁBITOS SE NOTA EN LAS DESPENSAS DOMÉSTICAS
También influye que cada vez tenemos más oportunidades de comer fuera de casa, o que las mujeres –que eran quienes tradicionalmente se dedicaban a las tareas del hogar– trabajen fuera del hogar, o que haya tecnologías que agilizan las tareas culinarias, como son el microondas y los congeladores.
Este cambio de hábitos se nota en las despensas de los hogares, donde abundan comidas prácticamente precocinadas, desde legumbres hasta pasta, arroces, sopas y una larga lista de alimentos que solo necesitan unos minutos de cocción o de microondas para estar listos. “A menudo, por las prisas y la pereza, echamos mano de comidas preparadas incluso en casa. Además, hemos perdido habilidades para cocinar determinados platos tradicionales, como los basados en legumbres”, comenta Serra Majem.
Un estudio estadounidense analizó por qué padres y madres de niños de entre ocho y doce años recurren a la comida preparada en lugar de cocinarla en casa. La principal razón que argüían era la falta de tiempo –en el 57% de los casos–
“LA CONGELACIÓN Y LOS RECIPIENTES DE PLÁSTICO NO ALTERAN NI LA CALIDAD NI LA COMPOSICIÓN DE LOS PLATOS COCINADOS”
y las preferencias familiares –en el 49%–. Además de la falta de tiempo y los gustos de las familias, el hecho de que fueran fáciles de preparar y baratos también influía a la hora de comprarlos. Las características sociodemográficas de las familias apenas repercutían en las razones al adquirirlos.
El problema de este tipo de alimentos, como ocurre con los platos consumidos en los bares y restaurantes, es que son mucho menos saludables que los que han sido cocinados en casa.
PASO A LOS PROGRAMAS QUE CONTAGIAN EL GUSANILLO DE PONERSE EL DELANTAL
“Las comidas procesadas tienen habitualmente un alto contenido de grasas, azúcares y sodio añadidos. Este tipo de nutrientes pueden conducir, en la mayoría de los casos, a una ingesta dietética más pobre y, a la larga, a sobrepeso y obesidad”, afirma Melissa Horning, profesora de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Minnesota (EE. UU.) y autora principal del trabajo.
Por eso, los expertos recomiendan que, al cocinar en casa, lo hagamos con alimentos que estén crudos y no procesados, “ya que tienen un mejor perfil nutritivo que los platos listos para comer comprados en supermercados”, razona Zong.
La moda de los concursos de cocina puede ser buena para la salud de toda la familia, incluidos los hijos, si se les contagia el gusanillo de ponerse el delantal. Una investigación realizada en más de 2.100 adolescentes mostró que, si preparaban habitualmente la comida para su familia, su dieta era más saludable en comparación con los que no pisaban la cocina. “Comían más frutas y verduras, más nutrientes y vitaminas –como hierro, calcio, folato, vitamina D y vitamina C– y asistían a más comidas familiares. Además, ingerían menos comida rápida y menos bebidas azucaradas”, enumera Jerica Berge, profesora de la Medical School de la Universidad de Minnesota (EE. UU.) y autora de la investigación. Los científicos comprobaron que esta afición por la cocina era más habitual entre las jóvenes, y que su influencia estaba relacionada con el hecho de que los padres tuvieran estudios superiores, así como que pasaran tiempo en casa, tuvieran como máximo tres hijos y pertenecieran a una minoría étnica.
Para quien no quiere cocinar ni comer en un restaurante a diario, existe otra opción: que te hagan la comida. Diferentes empresas ofrecen este servicio, que se adapta a la falta de tiempo de los consumidores.
A través de internet puedes encargar comidas para toda la semana, a un precio asequible. “Todo se resume en el término disfrutar, ya sea ganando en comodidad y calidad por propio servicio como pudiendo dedicar tiempo a lo que verdaderamente importa. Tenemos usuarios que valoran comer bien y además han ganado tiempo para hacer deporte, estudiar o disfrutar de sus hijos”, cuenta Efrén Álvarez, uno de los fundadores y CEO de Wetaca.
SI TE DA PEREZA, EL MERCADO OFRECE HOY INTERESANTES OPCIONES
La start-up Wetaca –con base en Madrid, pero que da servicio a toda la península– garantiza que los platos se conservan perfectos en la nevera durante ocho días. El truco para mantenerlos frescos es la técnica cook & chill; es decir, cortar la cocción en el punto exacto y enfriar rápido los alimentos para evitar la proliferación bacteriana y conservar sus propiedades. “Después lo envasamos al vacío y el comensal solo tiene que calentarlo en el microondas para que el plato termine de cocinarse, lo que nos permite que nuestros platos estén libres de cualquier conservante”, asegura Álvarez.
El perfil de sus clientes abarca un amplio espectro social: desde jóvenes ejecutivos a jubilados, pasando por madres que realizan el pedido a distancia para sus hijos que estudian la carrera en otra ciudad, a padres que compran estos táperes para que sus hijos se los lleven al colegio.
Hay un amplio abanico de posibilidades para vencer a la pereza a la hora de cocinar, pero los expertos recuerdan que lo más sano y económico seguirá siendo lo que hagamos en nuestra cocina. “La principal ventaja es que controlamos los ingredientes de lo que comemos, sobre todo el tipo de aceite, el tipo de pan, el pescado… Además, si lo hacemos bien y planificamos, otro beneficio será el económico, pues ahorraremos costes”, apunta Serra Majem.
Para que la rutina de cocinar no resulte aburrida, los especialistas proponen organizar grupos dentro del trabajo y compartir recetas. “Siempre hay un cocinillas en la oficina que puede planificar los menús y elegir la mejor receta”, plantea el médico. En su opinión “el que no disfruta comiendo es porque no quiere o porque no le educaron para amar la comida y la cocina de pequeño. Es una parte fundamental de nuestra cultura”.
“QUIEN NO DISFRUTA LA
COMIDA ES PORQUE NO QUIERE O PORQUE NO LE ENSEÑARON A AMARLA”