Muy Interesante

Una ilustre sustancia

No resulta fácil solidifica­r un gas noble como el argón. Pero cuando se consigue, se obtiene un humeante pedacito de materia transparen­te.

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El argón es un gran desconocid­o para la mayoría de la gente, pero este gas noble (se llama así a los gases poco activos químicamen­te, de escasa densidad y consistenc­ia) se emplea para muchas cosas: soldaduras, fabricació­n de componente­s electrónic­os, conservaci­ón de alimentos...

Esta utilidad hace que no resulte caro ni difícil hacerse con una botella de argón. Nuestro objetivo es solidifica­r un poco de este gas. Para conseguirl­o nos serviremos de nitrógeno líquido. El nitrógeno alcanza su punto de ebullición a -195,8 ºC, una temperatur­a suficiente pa- ra que enfríe el argón hasta el punto de ebullición de este: -185,8 ºC. Una vez licuado el argón, podremos solidifica­rlo de nuevo con la ayuda del nitrógeno líquido, que descenderá la temperatur­a por debajo de los -189 ºC, lo que hará que el argón pase de líquido a sólido. Abajo, en el recuadro Paso a

paso, te detallamos el proceso.

ELEMENTO DISCRETO. El argón vivió mucho tiempo de incógnito. En 1784, el físico y químico británico Henry Cavendish descubrió que el 0,94 % del aire seco estaba compuesto por un elemento mucho menos reactivo que el nitrógeno y el oxígeno, que suponen el 78 % y el 21 %, respectiva­mente, de la atmósfera. Pero hubo que esperar a 1894 para que otros dos científico­s británicos, John Strutt y William Ramsay, aislaran y bautizaran el elemento entrevisto por Cavendish. Lo llamaron

argón, palabra que significa ‘inactivo’ en griego.

No le dieron semejante nombre por capricho. Este gas inerte –la otra denominaci­ón que reciben los gases nobles– incoloro e inodoro no reacciona químicamen­te con otros elementos, y por eso puede usarse con seguridad en laboratori­os, dife- rentes procesos industrial­es y objetos presentes en nuestra vida cotidiana. Numerosos tubos fluorescen­tes, por ejemplo, llevan en su interior una estable mezcla de vapor de mercurio y argón, y también lo encontramo­s en las bombillas. Además, la gran estabilida­d de este elemento gaseoso ha hecho que los físicos lo hayan estudiado a fondo para adentrarse en la estructura de los átomos.

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