PASO A PASO
Empezamos llenando un globo con argón ( 1). Después, acoplamos el globo repleto de gas a un tubo de ensayo ( 2). A continuación, vertemos nitrógeno líquido en un recipiente de porexpán lo suficientemente grande para poner dentro el globo y en un vaso criogénico. Estos dos receptáculos pueden contener líquidos a bajísimas temperaturas. Ha llegado el momento de sumergir el globo en el nitrógeno líquido, pero, ¡ojo!, no lo hagas sin ponerte guantes protectores y gafas o correrás el riesgo de abrasarte las manos ( 3).
El frío nitrógeno líquido licuará el argón. Cuando este gas noble se haya convertido en líquido dentro del globo, lo derramaremos cuidadosamente en un tubo de ensayo ( 4). El siguiente paso consiste en sumergir el tubo relleno de argón líquido en el nitrógeno líquido que vertimos antes en un vaso criogénico ( 5).
El nitrógeno líquido está lo suficientemente frío como para conseguir que el argón pase del estado líquido al sólido, aunque deberás armarte de paciencia porque es un proceso lento. Cuando las leyes de la naturaleza hayan hecho su trabajo, con cuidado y siempre con los guantes y las gafas puestos dejaremos caer en una placa de Petri el argón solidificado ( 6), una pequeña pieza de material helado sublime, delicado y de efímera belleza que desaparecerá en pocos segundos (