ESTEREOTIPIAS Y COMPORTAMIENTOS OBSESIVOS
El trastorno obsesivo compulsivo es un desorden mental que, entre otros síntomas, se caracteriza por la repetición de conductas que adquieren la categoría de ritual: necesidad de contar los coches de una calle o las ventanas de un edificio, de no pisar las junturas de las baldosas... Un estudio conducido por el farmacólogo sudafricano De Wet Wolmarans sugiere que los animales sufren algo comparable, incluidas especies alejadas de la nuestra: detectó que los ratones ciervo, roedores originarios de América del Norte, construyen nidos compulsivamente y tienden a esconder pequeños objetos sin necesidad alguna.
En etología, estos comportamientos se llaman estereotipias o conductas aberrantes. Estas se ven en cualquier zoológico. Por ejemplo, afectan a los tigres, que, al ser animales solitarios, muestran propensión a padecerlas. Hablamos de actos repetitivos sin objetivo aparente, como moverse de un lado a otro de la jaula sin variar nunca la ruta. Los loros estresados y en cautividad llegan a arrancarse plumas con el pico. En mamíferos en este contexto, resultan comunes la coprofagia y la masturbación compulsiva. Algunos se lamen obsesivamente, en un comportamiento análogo al del humano neurótico que se lava las manos decenas de veces al día. El hacinamiento, el aislamiento, el confinamiento o la separación pueden hacer emerger estas conductas. Algunos grandes simios que viven en malas condiciones se golpean contra las paredes o se hacen daño para librarse de la angustia que sienten, una estrategia que usan con igual objetivo muchos niños con miedo.