Atención: la piel no se tira
Florida no solo es el estado norteamericano de Disney World, de Miami y del Centro Espacial Kennedy: también ostenta el título de mayor productor de tomates de Estados Unidos. Y eso conlleva que, cada año, genere nada menos que 396.000 toneladas de desperdicios de tomate. Un motivo de peso para que hayan decidido buscarle alguna utilidad a todos esos desechos. ¿Qué hacer con ellos?
La idea más sólida hasta el momento es una batería que usa microorganismos para convertir los restos de tomate en energía eléctrica. De momento rinde poco: 10 miligramos de basura orgánica producen 0,3 vatios de electricidad. Pero esperan mejorar la cifra. Según calculan los investigadores, si se optimiza el invento, podría abastecer de electricidad durante tres meses al año el parque temático más grande de Disney. DEPURADOR ROJO. Existen más posibles salidas para los restos del tomate. España e Italia, por ejemplo, se han embarcado en la cruzada de fabricar bioplásticos con la piel de la hortaliza. Aprovechando que contiene polisacáridos (celulosa y pectina) y lípidos (cutina), anuncian que crearán polímeros que podrían tener propiedades similares a la membrana más superficial de la piel del tomate y que podrían usarse para envasar alimentos. Mientras tanto, en Singapur trabajan en un sistema de depuración de aguas basado en la piel de los tomates y las manzanas. “Del tomate, hasta las sobras”, podría rezar un nuevo refrán.