‘Palabros’ para usar sin miedo
Problemática, entreno, puntaje... Son algunos de los errores correctos que recoge el filólogo y lingüista Alberto Gómez Font en su libro del mismo título, recientemente publicado por la editorial Pie de Página: un recorrido por palabras y acepciones que, para sorpresa de muchos, tienen su lugar en el Diccionario de la Real Academia.
Por ejemplo, la mencionada problemática. Hasta 2001 estaba admitida para calificar una situación o una persona complicadas –es decir, como adjetivo–, pero no valía si nos referíamos a un conjunto de problemas. Desde entonces, puedes decir o escribir tranquilamente “la problemática del mercado laboral” en lugar de “los problemas del mercado laboral”. Igual ocurre con entreno, tan oficialmente acertada como entrenamiento; puntaje, que fue admitida por la Academia con el significado de puntuación también hace diecisiete años; puntual con el sentido de ocasional; bizarro con el significado de raro o extravagante; o patrullaje, la acción y efecto de patrullar.
Pasa lo mismo con muchísimos verbos: concretizar, dinamizar, influenciar, explicitar... Y dos palabras más que, probablemente, creías erróneas: habitacional, un término que nos sonó fatal hace unos años cuando los políticos empezaron a proponer unas soluciones habitacionales para explicar el recurso a viviendas pequeñas y asequibles –consiguió hacerse un hueco en la 23.ª y última edición del Diccionario, en 2014–; y gaseoducto, nombre que con el tiempo se ha ido imponiendo a gasoducto, aunque ambos pueden emplearse.
Y una última curiosidad: decimoprimero y decimosegundo, ordinales admitidos desde hace solo tres años. Porque hasta ese momento, los términos ortodoxos eran undécimo y duodécimo.