Los inicios de la criminología
El siglo XIX significó el tránsito de la antigua investigación criminal, basada en las delaciones y las declaraciones de testigos, a la moderna investigación, sustentada en el empleo de las pruebas y de técnicas forenses tan novedosas como la dactiloscopia.
También surgieron las primeras teorías criminológicas explicativas del delito, como la de Cesare Lombroso y la Escuela Positivista Italiana. Defendía la existencia de una categoría de malhechores, a los que se llamaría criminales natos, los cuales habían nacido para delinquir, porque su biología les programaba a ello. RASGOS DELATORES. Podían ser distinguidos por sus atributos físicos, ya que no solo eran personas poco evolucionadas mentalmente, también físicamente. Para demostrarlo, Lombroso analizó los cráneos de decenas de delincuentes, y aseguró que todos coincidían en presentar una frente abultada, excesivo desarrollo de las mandíbulas, orejas voluminosas, escasa capacidad craneal…
Por esta razón, muchos criminales eran medidos nada más ser detenidos, y no solo para tener datos suyos identificativos. Afortunadamente, esta teoría se mostraría pronto inválida.