CRIMINOLOGÍA: EL CASO DE LAS CRIADAS ASESINAS
En la España del XIX y el XX una serie de crímenes cometidos por sirvientas acaparó portadas y llamó la atención de los criminólogos y periodistas de la crónica negra. La situación social de la época tuvo mucho que ver.
Ansiosas por huir de la pobreza y la falta de futuro, durante el siglo XIX España vivió la emigración de miles de mujeres que abandonaron sus pueblos para iniciar una nueva vida en las ciudades. El problema era que, sin estudios ni más formación que el campo, solo tenían una salida laboral: servir como criadas. No es de extrañar que en el Madrid de 1857 se contabilizaran cerca de 18.500 empleadas del hogar de una población de 281.170 habitantes. O que en 1900 hubiera 264.000 en todo el país, cuya población era de dieciocho millones.
Esto obligó a la creación de casas de acogida, donde les enseñaban lo indispensable para ejercer su trabajo como sirvientas. “Las jóvenes que huían de la miseria no estaban preparadas para servir en casa ajena, porque la mayoría no sabía poner una mesa, ni encerar suelos, ni limpiar plata. En sus pueblos vivían en casas insalubres, hacinadas. Nunca habían visto un mantel, una cubertería o una alfombra”, dice la criminóloga Marisol Donis en su libro Sirvientas
asesinas (Nowtilus, 2011). Muchas de ellas primero ingresa-