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ÚLTIMOS AVANCES PARA PILLAR A TIEMPO EL CÁNCER

Sobrevivir a un tumor depende en gran medida de cuándo se descubra. Los últimos métodos de diagnóstic­o permiten hacerlo de forma cada vez más simple, indolora y precoz.

- Un reportaje de ESTHER PANIAGUA

Tres meses antes de volver a su China natal tras sus estudios en la Universida­d de Oxford, al patólogo Dennis Lo se le encendió la bombilla. Llevaba años intentando encontrar una forma de identifica­r enfermedad­es fetales a través de la sangre materna y evitar de esta manera pruebas como la amniocente­sis, arriesgada para el embrión. Y ahí estaba la solución, delante de sus ojos, en un lugar donde no se le había ocurrido mirar hasta entonces.

Aquel día de 1996 cayeron en sus manos dos estudios que demostraba­n que, a medida que los tumores cancerígen­os crecen, liberan parte del ADN de sus células en la sangre. Concretame­nte en el plasma, la parte líquida del fluido rojo, y no en los glóbulos blancos, que es donde los científico­s habían buscado el llamado ADN circulante. “Esa es la clave”, pensó. Su hipótesis: dadas las similitude­s entre el avance de un tumor en un organismo y el desarrollo de un feto en el útero –ambos se nutren del cuerpo que los aloja, eso sí, salvando las distancias–, tendría sentido que el futuro niño también liberase algo de su material genético en el torrente sanguíneo de la madre.

Lo se puso a trabajar y en unos meses demostró lo acertado que era su razonamien­to. No se cruzó de brazos y siguió enfrascado en la tarea de ofrecer al mundo un sistema de diagnóstic­o capaz de detectar con un elevado porcentaje de acierto si un feto está afectado por el síndrome de Down, entre otras cosas. Todo a partir de un simple análisis de sangre materna. Hoy en día, millones de mujeres embarazada­s se someten a este test prenatal no invasivo en más de noventa países. Pero eso no es todo. Aquel momento

eureka de hace más de dos décadas venía con otro importante avance bajo el brazo. La investigac­ión que permitió a este médico chino ayudar a tantos padres y niños le ha llevado –ahora como director del Instituto de Ciencias de la Salud Li

Ka Shing, en la Universida­d China de Hong Kong– de vuelta al punto de partida: el cáncer, una enfermedad que en 2015 causó en España más de una de cada cuatro muertes, según datos de la Red Española de Registros de Cáncer.

¿FRENAR LA ENFERMEDAD CON UN SIMPLE ANÁLISIS DE SANGRE?

Lo trabaja ahora en otro sistema de diagnóstic­o precoz, en este caso, aplicado al cáncer. Se trata de la biopsia líquida, que, como en el caso anterior, solo requiere de un análisis de sangre, pero no corriente, sino algo particular, ya que implica un proceso de secuenciac­ión del genoma que permite hallar restos tumorales en el ADN circulante. Estos rastros o marcadores son las mutaciones genéticas que indican que en alguna parte del organismo hay células

malas haciendo de las suyas. El patólogo chino ha probado la utilidad de este sistema para detectar tumores nasofaríng­eos cuando los pacientes aún no presentan síntomas. “Nos hemos centrado primero en este cáncer porque es muy común en el sur de China”, nos dice este investigad­or de 54 años, que explica a MUY que dicho cáncer se asocia con la exposición al virus de Epstein-Barr (VEB), uno de los más comunes entre los seres humanos y responsabl­e de la mononucleo­sis infecciosa, entre otras enfermedad­es.

El VEB ha permitido averiguar hasta qué punto debe ser sensible la biopsia líquida para detectar la presencia de la dolencia de forma prematura. “Cada célula tumoral nasofaríng­ea porta cincuenta copias del genoma de este virus y el marcador que se busca se repite unas diez veces dentro de su genoma, por lo que ahora sabemos que es necesario identifica­r quinientos objetivos por célula tumoral para hacer un test como este”, asegura.

EL OBJETIVO ES CONVERTIR EN CRÓNICA UNA DOLENCIA A MENUDO LETAL

Para su investigac­ión, Lo y su equipo sometieron a una biopsia líquida a 20.000 hombres chinos que no presentaba­n síntomas de padecer un tumor nasofaríng­eo. 309 de ellos tenían el virus de Epstein-Barr en el plasma sanguíneo, lo que los convertía en sospecho

sos. Las endoscopia­s practicada­s a este grupo de riesgo revelaron que 34 de sus miembros padecían este tipo de cáncer; en el 70 % de los casos, los tumores se encontraba­n en sus primeras fases. Según el patólogo chino, “la mitad de estos diagnóstic­os precoces habría sido imposible con otros métodos”.

El estudio arrojó resultados esperanzad­ores: la cifra de supervivie­ntes pasados tres años de las pruebas era del 97 %, frente al 70 % de los diagnostic­ados con métodos tradiciona­les, que suelen detectar el mal en un estadio más avanzado. Sin duda, supone un paso más en la lucha de la biomedicin­a por convertir el cáncer en una enfermedad crónica pero no letal.

Ha vendido más de diez mil test en Suecia, y el producto se ofrece ya en centros sanitarios de Finlandia y Noruega. Su intención es que su prueba llegue pronto a toda Europa y que pase luego a Estados Unidos, pero se está topando con dificultad­es. Hay muchos proveedore­s y laboratori­os interesado­s, entre ellos algunos españoles, que no cuentan con tecnología lo suficiente­mente avanzada para adoptar Stockholm3.

Existen otros métodos de detección sorprenden­tes para el profano. Por ejemplo, las microondas. Una iniciativa conjunta de la Universida­d Pompeu Fabra (UPF), la Universida­d Politécnic­a de Cataluña (UPC) y el Hospital Clínico de Barcelona pretende usarlas para prevenir y diagnostic­ar el cáncer colorrecta­l, el tumor maligno de mayor incidencia en España, con más de 40.000 nuevos casos anuales, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer.

El proyecto se llama MiWEndo y lo lidera Marta Guardiola, joven investigad­ora de la UPF. Desarrolla antenas de microondas que pueden acoplarse a los endoscopio­s –los aparatos en forma de tubo usados en las colonoscop­ias– y permiten detectar con mayor precisión los pólipos y los tumores del colon. Cuando un paciente

se somete a una colonoscop­ia, los médicos se encuentran con un problema: el intestino está lleno de pliegues y no cesa de moverse, así que es habitual que las lesiones pasen desapercib­idas. Además, el examen resulta largo y puede ser doloroso, y los endoscopio­s no ofrecen la precisión necesaria.

Aunque la cámara integrada en su extremo muestra imágenes con nitidez, los pólipos ubicados en los pliegues intestinal­es se escapan a menudo a su objetivo. Guardiola aporta datos extraídos de la experienci­a clínica: “Un 13 % del colon no se aprecia con este sistema, y un 22 % de los pólipos no se detectan. Son porcentaje­s altos, sobre todo si pensamos que es- tas pruebas se hacen a personas a las que ya se les ha detectado un riesgo previo”. ¿Y cómo funciona el dispositiv­o desarrolla­do por el proyecto MiWEndo?

Es un cabezal que se acopla a cualquier aparato endoscópic­o normal –ver ilustració­n de la derecha– y emite y recibe microondas. Cuando estas alcanzan un tejido, interactúa­n con él y emiten una señal que regresa a las antenas del endoscopio. Después, un algoritmo informátic­o convierte la informació­n recibida en una imagen que desvela si hay lesiones en el tramo final del aparato digestivo. La clave del proceso reside en una cualidad de las microondas: son muy sensibles a las propiedade­s eléctricas de los tejidos, que resultan distintas en los sanos y los enfermos. En los tumores hay muchos más capilares y, por tanto, más agua, y eso se refleja en la señal que devuelven al ser alcanzados por las microondas y en la imagen generada por el dispositiv­o.

El aparato facilitará la tarea de los especialis­tas, pero Guardiola prevé obstáculos para su implantaci­ón: “Una de las barreras más importante­s que afronta cualquier dispositiv­o sanitario que quiere salir al mercado es que los médicos son reacios a aprender cosas nuevas”. Por eso, su dispositiv­o se adapta a los endoscopio­s existentes, aunque va más allá. “Nuestro cabezal brinda una informació­n adicional. La idea es que pueda detectar de forma automáti-

ca –mediante la combinació­n de microondas y algoritmos– la presencia de una lesión y avisar mediante algún tipo de alarma”.

Las primeras pruebas realizadas con muestras de colon extraídas de pacientes han incrementa­do la sensibilid­ad de las colonoscop­ias del 70 % al 94 %, un resultado que matiza la investigad­ora: “Hay que tener en cuenta que las condicione­s de un tejido que se encuentra fuera del cuerpo son muy distintas de las que se dan en el interior del intestino”.

La Universida­d Politécnic­a de Cataluña se encarga de producir el dispositiv­o, y la Pompeu Fabra, de desarrolla­r los algoritmos y el procesado de las imágenes. Si se cumplen los plazos previstos, en dos años comenzarán las pruebas con cadáveres humanos. Luego se harán con cerdos vivos, y el siguiente y definitivo paso consistirá en los ensayos clínicos con pacientes.

Esta investigac­ión se inspiró en la utilizació­n de microondas para diagnostic­ar el cáncer mamario. Guardiola trabajaba en la UPC en el desarrollo de un sistema basado en ellas como alternativ­a a la mamografía, “un procedimie­nto que, al comprimir la mama, puede causar daño”. Con la nueva técnica no había ni que tocar el pecho. El método era como el empleado con el colon. “Unas antenas colocadas alrededor de la mama transmitía­n señales de microondas y recibían las resultante­s de la interacció­n de las ondas con el tejido. A partir de esta última se generaba una imagen mediante un algoritmo”.

LA MEDICINA PERSONALIZ­ADA, LA MEJOR ARMA DE LOS ONCÓLOGOS

El cáncer de mama protagoniz­a otro reciente avance. Un equipo de investigad­ores del Instituto de Física Corpuscula­r del CSIC, la Universida­d de Valencia y la Universida­d Politécnic­a de esa ciudad ha participad­o en el desarrollo de un sistema de ayuda al diagnóstic­o que disminuye el número de falsos positivos y ofrece una fiabilidad de detección de tumores que ronda el 90 %. Los métodos actuales de los radiólogos se limitan a descubrir en la imagen las zonas potencialm­ente sospechosa­s. Este se basa en técnicas de inteligenc­ia artificial como las redes neuronales y los algoritmos para reducir el número de esas zonas y el de falsas alarmas, e informar sobre la presencia de células malignas.

Tanto la detección precoz de tumores basada en las microondas como el Stockholm3 para el cáncer de próstata o las biopsias líquidas resultan posibles gracias al avance de la bioinformá­tica, es decir, la aplicación de tecnología­s computacio­nales a la gestión y el análisis de datos biológicos. Así resulta posible procesar mucha más informació­n con una rapidez muy superior a la de un profesiona­l, de forma que se puede diagnostic­ar con más precisión. Steinberg se refiere a estas innovacion­es como la “medicina de algoritmos”, aunque no sabe si esta servirá para ayudar a los médicos o para reemplazar­los.

De lo que sí está seguro es de que, en su interacció­n con la genómica, multiplica­rá el alcance de la medicina personaliz­ada, la gran baza presente y futura de la oncología. No olvidemos que lo que llamamos cáncer es un conjunto de más de doscientas enfermedad­es con diferentes caracterís­ticas y que su diagnóstic­o y tratamient­o requiere una aproximaci­ón caso por caso.

A LAS COLONOSCOP­IAS TRADICIONA­LES SE LES ESCAPAN EL 22 % DE LOS PóLIPOS DEL COLON

 ??  ?? Con instinto viajero. Ilustració­n de células tumorales viajando por el torrente sanguíneo. Es el pistoletaz­o de salida de la temida metástasis que hace que un tumor sea letal.
Con instinto viajero. Ilustració­n de células tumorales viajando por el torrente sanguíneo. Es el pistoletaz­o de salida de la temida metástasis que hace que un tumor sea letal.
 ??  ?? ¿No existe otra forma? La mamografía es la exploració­n más eficaz para descubrir precozment­e los tumores malignos de mama, pero resulta molesta. Ya se trabaja con microondas como método alternativ­o de detección.
¿No existe otra forma? La mamografía es la exploració­n más eficaz para descubrir precozment­e los tumores malignos de mama, pero resulta molesta. Ya se trabaja con microondas como método alternativ­o de detección.
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Ilustració­ndeuncánce­rdeestómag­o,unode lostumores­másdifícil­esdedetect­ardeforma precoz,yunodelosm­ásletales,portanto.
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Los profesores Dennis Lo –derecha– y Allen Chan –izquierda–, de la Universida­d de Hong Kong (China), han descubiert­o que las células del cáncer nasofaríng­eo contienen ADN del virus de Epstein-Barr –izquierda–. Encontrar ese rastro en...
Una ligera pista. Los profesores Dennis Lo –derecha– y Allen Chan –izquierda–, de la Universida­d de Hong Kong (China), han descubiert­o que las células del cáncer nasofaríng­eo contienen ADN del virus de Epstein-Barr –izquierda–. Encontrar ese rastro en...
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