EN BUSCA DE VIDA EN ENCéLADO
La sexta luna más grande de Saturno, de 500 km de diámetro, es uno de los objetos que más interés despierta entre los astrobiólogos. De hecho, en los últimos años se han propuesto varias misiones para tratar de determinar si alberga vida, aunque, por ahora, sin éxito. No obstante, hay buenas razones para seguir investigando este asunto. Por una parte, Encélado eyecta a través de géiseres penachos de gas que contienen agua salada, lo que significa que existe actividad hidrotermal en el fondo del océano que yace bajo la capa de hielo que cubre su superficie.
Además, en esos chorros se han descubierto granos de arena ricos en silicio, amoniaco, dióxido de carbono y moléculas orgánicas, como propano, formaldehído y metano. Para los astrobiólogos, la combinación de fuentes hidrotermales y metano es un indicio de que algo puede estar reptando allá abajo.
BACTERIAS ‘EXTRATERRESTRES’. Es una buena pista, porque algunos expertos sospechan que la vida en la Tierra podría haber surgido en un entorno similar. Las fuentes hidrotermales proporcionan alimento y energía y resultan excelentes para mantener un ecosistema. La presencia de metano resulta ser, asimismo, muy relevante. La metanogénesis es una reacción muy extendida entre las bacterias y arqueas. Estas combinan el CO disuelto 2 en el agua con hidrógeno molecular (H ) para 2 obtener energía, lo que produce metano como subproducto. Pues bien, se ha detectado el citado H en los penachos de Encélado. 2
Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Viena (Austria) ha deducido cómo puede ser el medioambiente alrededor de esas fuentes hidrotermales y ha encontrado que la arquea conocida como Methanother
mococcus okinawensis consigue producir metano en esas mismas condiciones.