E. T., EL EXTRATERRESTRE
8 El triunfo de la clase media
De qué va.
En una familia norteamericana rota por un divorcio, un niño encuentra una nueva motivación en la compañía de un entrañable alienígena.
Qué nos dice.
Las películas sobre extraterrestres nos definen a la perfección. Por regla general, si el marciano es malvado, hacen un elogio de los valores humanos; pero si es el bueno, el filme desvela nuestras flaquezas y defectos. Este último es el caso de E. T.
La cinta de Steven Spielberg es una crítica al sistema del American Way of Life. Todas las instituciones –la policía, las autoridades e incluso los científicos– fracasan estrepitosamente a la hora de manejar el problema que supone una criatura inofensiva procedente de otro planeta. El único que lo entiende es un niño, Elliot; en segundo lugar, su hermana y amigos; y también lo que queda de su familia rota. Los adultos son inoperantes.
Cuál es su ideología.
Contiene una rica mezcla de ingredientes políticos. Por un lado, las críticas a la NASA van en contra del progresismo y la ciencia. Se apuesta por la clase media, pero se destaca su crisis –divorcio y familias rotas– frente a las políticas de recortes conservadoras, y la salida hacia el irracionalismo como escape. Es algo que Spielberg había puesto de manifiesto antes, en Encuentros en
la tercera fase, de 1977, al retratar a los extraterrestres casi como ángeles.
¿Y qué es el irracionalismo? Una corriente de pensamiento del siglo XIX que surgió como respuesta al racionalismo formulado por René Descartes, que postulaba que el mundo funciona como un reloj mecánico. Con una salvedad: el pequeño E. T. que nos hace volar también es un astrónomo que conoce las estrellas.