INDEPENDENCE DAY
12 La dramatización del consenso
De qué va.
La aparición de gigantescas naves espaciales sobre diversas ciudades del mundo presagia lo peor. Las fuerzas estadounidenses tendrán que hallar una manera de derrotar a los alienígenas tras constatar que ni un ataque nuclear hace caer sus defensas.
Qué nos dice.
El filme recoge la tradición de clásicos como La guerra de los mundos (1953) y La Tierra contra los platillos volantes (1956) y amplifica al máximo la dramatización del consenso: todo el mundo, todos los países, todas las etnias, deben unirse frente al invasor, aunque hay algunas notas que dejan en el peor de los lugares a los científicos en favor de otros colectivos.
Cuál es su ideología.
Encontramos una interesante mezcla de ingredientes políticos. Por una parte, hay una profunda revisión de los valores estadounidenses de los años 50. En el filme, un alcohólico se convierte en un mártir de la guerra; una bailarina exótica logra su aceptación social tras conocer a la primera dama; el héroe piloto afroamericano obtiene el reconocimiento; y un técnico de comunicaciones divorciado recupera a su pareja.
A esta aceptación de lo distinto se añade un presidente demócrata que se convierte también en héroe de guerra. Y, sin embargo, el filme es profundamente belicista: articula críticas muy severas al pacifismo y al antimilitarismo, calificando de idiotas a aquellos que se reúnen en una manifestación para pedir la paz a los extraterrestres. El presidente opta incluso por usar armas nucleares, aunque sin resultado. La CIA y su director quedan en entredicho, al contrario de los militares que aconsejan al presidente. Y, por encima de todo, la imagen de la ciencia queda hecha trizas debido al personaje de Brackish Okun: un científico sucio e idiota, sin escrúpulos morales, un inútil que investiga a los alienígenas y no tiene ni idea de cómo detenerlos.