Las dos culturas
DAVID REICH, GENETISTA DE LA UNIVERSIDAD DE HARVARD, HA PERFECCIONADO UN MÉTODO DE OBTENCIÓN DEL ADN EN FRAGMENTOS DE HUESOS DE HASTA ¡50.000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD!
Los relatos son tan variados y tan innumerables como todos los seres humanos que han poblado la Tierra, pero esa variedad se resume en unos cuantos modelos fundamentales, igual que cada individuo singular está resumido en un patrimonio genético que lo hace muy parecido a todos sus semejantes. Y de todos los relatos, quizá el más universal es el de la migración colectiva, el de la peregrinación de un grupo humano en busca de un nuevo territorio. En el Antiguo Testamento, el libro del Éxodo cuenta la leyenda de la migración del pueblo judío, desde la cautividad en Egipto hasta la plena posesión de la Tierra Prometida. Virgilio dotó de legitimidad histórica al pueblo romano al inventar el viaje épico de Eneas desde las costas de Troya hasta las de Italia, desde la derrota y la destrucción a la plenitud arrogante del imperio.
MÁS ALLÁ DE LAS FICCIONES ÉPICAS, la arqueología y la historia cuentan migraciones semejantes. En el museo arqueológico de Cádiz, sarcófagos fenicios de barro cocido atestiguan una migración marítima de asombrosa audacia desde el extremo oriental del Mediterráneo hasta las puertas mismas del Atlántico. En el museo de Historia Natural de Nueva York yo he visto con emoción un mapa estelar del cielo del océano Pacífico hecho con conchas diminutas, trabadas en un bastidor de fibras de hoja de cocotero: es uno de los instrumentos de los que se servían los navegantes más aventurados que han existido nunca para ir recorriendo y poblando, en canoas de remos y vela, a través de distancias inauditas, las islas de Oceanía. De nuevo la literatura y la mitología actúan como yacimientos arqueológicos de la memoria: pocas historias nos estremecen más que las de navegaciones antiguas, el viaje de los Argonautas, el de Ulises y sus compañeros, los viajes de Simbad.
Cuanto más se retrocede en el tiempo, más escasas son las huellas, y también más inauditos los descubrimientos. Parece que lo propio del linaje humano, tanto como el desarrollo craneal, como la posición erguida, como el uso del fuego, es la migración. Algunas de las más antiguas huellas de la presencia humana que existen son huellas de pasos que trazan una caminata sobre ceniza enfriada de volcán. Y cada nuevo hallazgo, aparte de añadir detalles a los itinerarios que ya eran conocidos, expande mucho más el campo de nuestra aventura colectiva. En el espléndido número de abril de esta revista, un reportaje de Mario García Bartual cuenta que la peregrinación del Homo sapiens desde su territorio originario en África pudo empezar mucho antes de lo que se suponía hasta ahora. El mapa del pasado no se mantiene nunca idéntico: hallazgos grandes y pequeños lo modifican continuamente. Un fragmento de maxilar encontrado en una cueva de Israel es la prueba de que hace 180.000 años personas de nuestra especie ya habían empezado un viaje que hasta ahora se consideraba al menos 60.000 años más tardío. Al poema, a la leyenda, al sarcófago enterrado, se unen los restos óseos y las pruebas que delatan una forma de vida, tan remota como reconocible: el fuego, la caza, las armas de piedra de filos agudos y afilados. PERO LA NARRACIÓN LLEGA TODAVÍA MÁS HONDO,
no ya hasta el interior de la tierra, sino de los huesos mismos. En la Universidad de Harvard, el genetista David Reich, con la ayuda de un equipo en el que hay, además de paleontólogos, físicos y matemáticos, ha perfeccionado un método de obtención del ADN en fragmentos de huesos de hasta 50.000 años de antigüedad, con una precisión que nadie había alcanzado hasta ahora. Reich busca específicamente en los huesos menudos del oído interno, en los que parece que es más fácil encontrar ADN aprovechable. Su método y sus descubrimientos los cuenta en un libro apasionante que acaba de publicarse, Who We Are And How We Got Here.
Dice Reich que estas técnicas perfeccionadas equivalen a contar con un nuevo tipo de microscopio, con un telescopio más potente que cualquier otro. Con detallismo microscópico, con la poderosa capacidad de proyección en el tiempo y el espacio de un gran microscopio, el laboratorio de Reich confirma migraciones que ya se conocían y dibuja otras que son como nuevos poemas épicos sin palabras añadidos a la memoria humana. Hará unos 6.000 años, agricultores llegados de Oriente Medio desplazaron a los cazadores y recolectores que hasta entonces ocupaban las islas Británicas. Unos mil años después, esa población fue casi borrada por otra genéticamente idéntica a la de los nómadas de las estepas de Rusia. Grandes bibliotecas de acontecimientos borrados sin rastro perviven cifradas en un diminuto hueso fósil, en un rastro tenue de ADN.