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Cuando las colaboraciones LIGO y Virgo detectaron ondas gravitacionales procedentes de la fusión de dos agujeros negros, se inauguró una nueva era en el estudio del universo –y además el descubrimiento les reportó el último Nobel de Física–. Pero ¿y si no fueran agujeros negros las fuentes de emisión de esas ondulaciones del espacio-tiempo, sino otros objetos desconocidos? “Una alternativa son los agujeros de gusano. A diferencia de los negros, no tienen un horizonte de sucesos –ese límite a partir del que la materia y la radiación que entran ya no pueden escapar–, sino que actúan como un atajo espaciotemporal que nos podría llevar a otro universo”, explican los físicos españoles Pablo Bueno y Pablo A. Cano, de la Universidad de Lovaina (Bélgica). Junto con otros colegas, como Thomas Hertog, han presentado un Se cree que la colisión de dos agujeros negros –sobre estas líneas– podría generar las ondas gravitacionales, pero estas podrían deberse al choque de agujeros de gusano –a la izquierda–. modelo que predice cómo se detectarían ondas gravitacionales originadas por la colisión de dos agujeros de gusano en rotación. Según su estudio, publicado en
Physical Review D, las gráficas de las ondas no difieren mucho de las registradas, pero hay un elemento diferenciador: los ecos. ECOS ESCURRIDIZOS. Las señales de ondas gravitacionales observadas hasta ahora parecen apagarse tras unos instantes, como consecuencia de la presencia del horizonte de sucesos. Pero si este no existiese, esas oscilaciones no desaparecerían del todo, sino que, al cabo de un tiempo, se producirían ecos en la señal, que quizá hasta ahora han pasado desapercibidos por falta de modelos o referencias teóricas. “La confirmación de ecos en las señales de LIGO o Virgo sería una prueba prácticamente irrefutable de que los agujeros negros astrofísicos no existen —subraya Bueno. Y adelanta—: Si fuese así, sería uno de los grandes descubrimientos de la historia de la física”.