LAS DOS CARAS DEL AMONIACO, UN COMPUESTO EXCEPCIONAL
ENECESARIOS Y DAÑINOS. Los fertilizantes nitrogenados permiten producir la gran cantidad de vegetales que consumimos nosotros y el ganado, pero perjudica al planeta. El aprovechamiento del nitrógeno en la síntesis industrial de fertilizantes es escaso; mucho acaba en ríos y mares, donde actúa como un nutriente que dispara la proliferación de algas –eutrofización–, que disminuye la biodiversidad y altera el balance atmosférico. “Aunque el proceso de Haber-Bosch, de alto consumo energético, no cumple con los requisitos actuales de sostenibilidad, aún no tenemos alternativa”, reconoce Barona. l amoniaco es famoso por su uso en los productos de limpieza, pero pocos saben que la reacción de nitrógeno e hidrógeno que lo genera, conocida como proceso de Haber-Bosch por los apellidos de los químicos alemanes que la desarrollaron hace más de cien años, es la innovación más significativa del siglo XX. Así lo recoge un estudio publicado por investigadores de la Universidad del País Vasco en la revista Science
and Engineering Ethics. “Cuando acabó la Primera Guerra Mundial, el amoniaco se hizo insustituible en la producción de fertilizantes a gran escala, lo que contribuyó decisivamente al crecimiento de la producción de alimentos y de la población mundial; hoy seguimos dependiendo de este proceso”, subraya Astrid Barona, una de las autoras.