El juego del ultimátum
La neuroeconomía estudia la relación entre la actividad cerebral medible y las decisiones financieras. Entre sus experimentos destaca uno hecho por el neurocientífico estadounidense Alan Sanfey, basado en el juego del ultimátum, una prueba usada para analizar cómo reaccionamos a los incentivos económicos y las emociones ligadas a las transacciones. ¿En qué consiste? El jugador n.º 1 tiene cien dólares y se le dice cómo debe repartirlos con el jugador n.º 2, que no sabe nada. Ha de ofrecerle veinte dólares y quedarse el resto. Si el jugador n.º 2 no acepta, ambos se quedan sin nada. Por lo general, y aunque desde un punto de vista racional es mejor llevarse un poco de dinero que ninguno, el jugador n.º 2 casi siempre rechaza las ofertas demasiado bajas. Esto prueba que somos seres sociales muy sensibles a las injusticias.
Sanfey reprodujo este experimento, pero introdujo un tercer participante: un ordenador que tomaba en ocasiones el lugar del jugador n.º 1. Las imágenes del cerebro del jugador n.º 2 durante la prueba fueron reveladoras. Cuando las ofertas injustas provenían del humano, se activaban con fuerza sus áreas cerebrales relacionadas con la propensión a cooperar y el sentido de justicia: la ínsula anterior, el córtex del cíngulo anterior y la corteza dorsolateral prefrontal. Cuando eran de la máquina, esa activación resultaba mucho más débil. Conclusión: no importa solo el dinero en juego; también es fundamental el contexto, la percepción de estar siendo maltratado por un igual.