NOMBRES DE COCHES QUE VAN SOBRE RUEDAS (Y DE OTROS QUE PINCHARON)
No resulta fácil poner nombre a un nuevo modelo de coche: debe ser atractivo, sonoro y fácil de recordar. Puede hacer referencia a animales –Mustang, Cobra, Impala–, a la elegancia, la distinción o los deportes exclusivos –Sovereign, Polo, Golf–, a la aventura y el exotismo –Tuareg, Cherokee, Voyager–, a los momentos de relax y disfrute –Fiesta, Ritmo–...
Aunque a veces, las marcas se inclinan por propuestas más asépticas. Así, Lancia utilizó letras del alfabeto griego –Delta e Ypsilon– para dos de sus lanzamientos, mientras que Seat ha ido escogiendo diversas ciudades españolas: Altea, Ibiza, Toledo… Otras prueban con una simple combinación de letras y números, que dotan al automóvil de cierto prestigio tecnológico. Así, Peugeot denominó durante años sus modelos con combinaciones de guarismos –206, 108, 205...–, siempre con un cero central que tiene registrado.
Por su parte, una de las marcas más exclusivas y caras, Lamborghini, elige nombres relacionados con la tauromaquia, dada la afición del fundador de la compañía, Ferruccio Lamborghini. Así, Diablo fue un toro al que hizo una inolvidable faena el matador José Lara Jiménez, Chicorro, en 1869; Murciélago, una res indultada en 1875 tras recibir más de veinte estocadas; e Islero, el famoso astado que mató a Manolete en 1947.
Y, por último, también hay que recordar algunas pifias. En España, por ejemplo, se hicieron infinitas bromas con el Mitsubishi Pajero, que rápidamente cambió su denominación por Montero. Tampoco estuvieron finos los encargados de marketing de Volskwagen con el Jetta, ni los de Nissan cuando lanzaron su modelo más pequeño y utilitario como Moco. Y no sabemos cómo le habrá ido a Nissan con su línea Qashqai –así se llama una tribu nómada de Irán–, pero fácil de recordar no es.