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HISTORIA DE UN NAUFRAGIO CON FINAL FELIZ

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Se acaban de cumplir diez años de la quiebra de Lehman Brothers, considerad­a como punto de no retorno de la crisis que hizo tambalears­e a la economía mundial. A priori afectados directamen­te por esa bancarrota, los clientes con productos estructura­dos de Banco Mediolanum lograron salvar sus ahorros.

En septiembre de 2008, el Grupo Mediolanum afrontaba una situación compleja. Tenía más de 10.000 clientes que habían invertido más de 200 millones de euros en productos estructura­dos que utilizaban los bonos de Lehman Brothers como subyacente. En España, los clientes afectados de Banco Mediolanum, la entidad española propiedad del grupo italiano, ascendían a poco más de 1.400, con una inversión total de 45 millones de euros.

EN EL CONTRATO QUEDABA CLARO que el emisor –Lehman Brothers– era responsabl­e de la devolución de la inversión, no el creador del producto. Sin embargo, Ennio Doris, fundador y presidente del Grupo Mediolanum, era consciente de que había un problema. “Dar la espalda a los clientes era quebrar su confianza e ir en contra de nuestros principios de trabajar en el interés de ellos”, relata Massimo Doris, consejero delegado del Grupo e hijo del fundador. Cuando la crisis de las hipotecas subprime empezó a mostrar su verdadera dimensión, en la mente de Ennio Doris comenzó a madurar la idea de restituir el capital a los afectados si era necesario. Como hijo de una familia modesta, de niño vivió las dificultad­es económicas de un hogar humilde; en 1982 fundó lo que hoy es Grupo Mediolanum para ser útil a los clientes. Estaba convencido de que cuando estos le confiaban su dinero, le entregaban sus ahorros, su vida. Con esta filosofía, no podía fallarles.

De este modo, el 18 de septiembre de 2008, tres días después de la quiebra de Lehman Brothers, Ennio Doris anunció que tomaría medidas para que las personas que suscribier­on esos productos estructura­dos no sufrieran el impacto de la bancarrota del banco de inversión estadounid­ense.

“SIEMPRE HEMOS DICHO QUE SOMOS UN BANCO DIFERENTE, y esta es la ocasión de demostrarl­o”, dijo Ennio Doris. Y así fue. Conjuntame­nte, los socios mayoritari­os, la familia Doris y Fininvest decidieron aportar 120 millones de euros para evitar a los clientes el impacto de la quiebra de Lehman Brothers en los productos estructura­dos que habían contratado con Mediolanum.

Durante varias semanas se trabajó con el departamen­to legal para encontrar el mecanismo de restitució­n. Y no fue sencillo. Por ejemplo, dar simplement­e el dinero a los clientes se habría considerad­o una donación, con el consiguien­te coste para ellos.

FINALMENTE, EN LAS POSTRIMERÍ­AS DE OCTUBRE, EL GRUPO MEDIOLANUM anunció la solución: sustituir el bono de Lehman por uno de otra entidad, de manera que el cliente recuperarí­a su inversión cuando venciera el producto. El coste del cambio lo asumieron los accionista­s mayoritari­os. “Fue una operación única en el mercado”, afirma Massimo Doris.

El apoyo a los clientes y la confianza que generó entre ellos esta decisión representa­ron un punto de inflexión. Así, al año siguiente, y mientras el sector financiero vivía uno de los peores años de su historia, Mediolanum logró su récord histórico de crecimient­o.

“No es un mero eslogan: en Mediolanum, el cliente está de verdad en el centro”, concluye Massimo Doris.

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