¡BIENVENIDAS A LA LENGUA OFICIAL!
El Diccionario está lleno de sorpresas, palabras que no esperamos encontrar y que, sin embargo, fueron admitidas en su momento por la Real Academia Española (RAE). Por ejemplo, es correcto emplear el verbo descambiar cuando se trata de deshacer un cambio; decir norabuena, en lugar de enhorabuena; o usar almóndiga, albericoque y guardilla, auténticos palabros, que, por cierto, también es un término admitido por la RAE. Asimismo causó sorpresa, en su momento, la inclusión de bluyín –término para definir un pantalón vaquero–, pepero –afiliado al Partido Popular– y amigovio, una relación de menor compromiso formal que un noviazgo.
Y como la lengua es un ser vivo, en diciembre la RAE presentó su primera actualización de la 23.ª edición de su Diccionario de la lengua española, que incluye un total de 3.345 modificaciones respecto a la edición publicada en octubre de 2014 y ya pueden consultarse en la versión en línea. Entre las palabras nuevas que han entrado, sorprende que algunas no estuvieran ya: por ejemplo, ataché, audiolibro o clicar. Otras, en cambio, provocarán polémica. Es el caso de bocas para definir a quien habla más de lo que aconseja la discreción, que hasta hoy sonaba un poco suburbial y, a partir de ahora, cuenta con la bendición de los académicos. También han entrado buenismo y buenista –aquel que cede con benevolencia o con excesiva tolerancia–, postureo –actitud artificiosa que se adopta por conveniencia o presunción– y posverdad –distorsión deliberada de la realidad–.
Y queremos destacar otros dos términos más, que, en este caso, nos llegan de sendos nombres comerciales (las marcas Pinky y Tupperware): pinqui, prenda femenina que cubre el talón y los dedos del pie para protegerse del calzado, y táper, recipiente de plástico con cierre hermético que sirve para guardar alimentos –y al que en su día conocimos primero como tupper y después como túper–.